Queríamos levantarnos pronto porque aunque la distancia hasta Cobán no es muy grande, la Zaigua va a su ritmo y sabíamos que íbamos a estar bastantes horas en el camino. Además teníamos que atravesar Guatemala ciudad y no sabíamos cuantas veces nos íbamos a perder.
Cuando despertamos, la familia que nos cedió su terreno para pasar la noche ya estaba trabajando. El comedor no lo abren hasta las 10:30 de la mañana por lo que hasta esa hora el padre, la madre y el niño de 12 años se dedican a extraer arena del fondo del río. Esto solo lo pueden hacer durante la época de lluvias que es cuando el río trae suficiente caudal para arrastrar tierra desde tierras más altas. Ellos no son los únicos que se dedican a esta actividad, por lo menos vimos otras tres familias que se dedicaban a lo mismo.
Mientras nos hacíamos el desayuno (hoy tocó huevos revueltos con chorizo y queso acompañados del pan de don Jesús) el padre alimentaba a los peces y uno de los hijos nos trajo unas mandarinas para que desayunáramos. Se portaron excelentemente con nosotros, como toda la gente que hemos conocido en Guatemala hasta ahora.
Alrededor de las 10 iniciamos nuestro camino pero nuestra primera prioridad era encontrar unos tiradores metálicos para asegurar la baca a la Zaigua ya que durante la última semana se nos habían perdido dos debido a los baches y ayer se nos había roto otro. Habíamos fijado la baca con pulpos elásticos pero en cualquier momento la parrilla podía volar y no nos podíamos arriesgar otro día más. La semana pasada habíamos buscado estos tiradores en Antigua pero no los pudimos encontrar así que en cuanto llegamos al primer pueblo teníamos pocas esperanzas de encontrarlos. Sin embargo tuvimos suerte y conseguimos algo parecido a lo que necesitábamos, no estaban perfectos pero nos podían servir. Aun así tuvimos que pedir ayuda a un taller mecánico para que les hicieran unas modificaciones y sin cobrarnos nada nos ayudaron, fueron muy amables y aprovechamos para hablar del clásico Madrid-Barcelona de hoy (casi todos apoyaban al Barcelona).
Una vez solventado este problemilla reanudamos nuestro camino hacia Guatemala ciudad. En menos de una hora llegamos y el problema fue que no había señalizaciones de ningún tipo. Guatemala ciudad es la ciudad más grande de Centroamérica con mas de 3 millones de habitantes y sin señalizaciones pues no nos quedo otra que estar preguntando constantemente. Por suerte poco a poco fuimos encontrando el camino hacia la carretera del Atlántico. No pudimos ver nada de la ciudad pero todo el mundo nos había advertido que era un poco peligrosa y había que tener cuidado, así que tampoco nos quedamos con las ganas de conocer más.
Poco a poco nos fuimos adentrando en la región de las Verapaces. Esta zona también es montañosa pero diferente a la que habíamos estado con anterioridad en Guatemala ya que aquí no hay volcanes y se puede apreciar que la flora y la fauna son diferentes. Aquí si uno tiene mucha suerte puede observar el pájaro representativo del país: el Quetzal. Es muy difícil verlo porque está en peligro de extinción y quedan pocos ejemplares. En cuanto a la flora, el clima es idóneo para las orquídeas y se pueden ver muchos viveros de ésta flor a lo largo del camino.
Antes del anochecer llegamos a Cobán y lo primero que hicimos fue llegar a un lugar con Internet para poner al día la página. Después fuimos a cenar costillas y churrasco a la plaza central. Sin darnos cuenta eran las 9 de la noche y todavía no sabíamos donde íbamos a dormir. Decidimos seguir camino hacia Lanquin y en el primer pueblo que nos encontramos un policía nos aconsejó que pidiéramos permiso en una gasolinera cercana. Estuve hablando con el guarda de seguridad explicándole la situación y muy amablemente nos dejó quedarnos desde donde ahora mismo estoy escribiendo esta nota. La única condición es que mañana (ya dentro de 5 horas) nos tenemos que ir a las 7 de la mañana, pero eso no es problema, porque mañana será otro día y ya estamos deseosos de que comience.
David
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