Animales de carretera

Hoy empezó nuestro día muy temprano (otra vez).  Teníamos mucho camino por recorrer ya que esperábamos acercarnos lo más posible al Estado de Oaxaca.  El camino se hace muy largo por las curvas.  Por el tiempo que pasamos en carretera pareciera que las distancias son muy largas, pero en realidad son las curvas y los topes (casi nunca anunciados, injustificados y exagerados) lo que nos retrasa.

Después de muchas horas en la Zaigua (desde muy temprano en la mañana hasta que se metió el sol) llegamos a Marquelia, un pueblo de 10, 000 habitantes en la costa de Guerrero, un poco más cercano a Oaxaca.  Las únicas paradas que tuvimos en el camino fueron, una para comprar comida y jabón, otra para preparar la comida en una estación de gasolina y una más porque ¡unos policías trataron de quitarnos la Combi en Acapulco! 

De las tres paradas creo que la última es la más interesante. 

Desde que llegamos a Acapulco notamos que había una fuerte movilización de policía, tan solo entrar  vimos dos retenes; supusimos que todo era debido a la situación de violencia que ha habido en el Estado.  Cruzamos la ciudad y ya a la salida se nos atravesó este par de asnos, nos detuvieron alegando estupideces, y terminaron por decir que se iban a llevar la Combi porque no tenía las placas actuales de Jalisco (ja-ja); para esto “el comandante” ya se había aferrado a que David, por ser extranjero, le diera su pasaporte original y no la copia que le mostró.  David dijo que hablaría al consulado Español y yo le dije al tipo que estaba en un error si creía que lo dejaríamos llevarse la Combi por una acusación que no procedía.  Mientras discutíamos, otro asno se asomaba a la camioneta en donde yo había dejado  las cámaras. En eso nos dijeron que podíamos irnos, sólo así.

                Después de otras muchas horas llegamos a Marquelia, ahí comenzó a arreglarse nuestro día.   Del pueblo nos fuimos a la playa más cercana Bahía de Bocana, en el camino estaban cortando cocos y recogimos algunos, bueno en realidad David agarró toda una rama que resultó tener seis cocos. Llegando entramos al mar a nadar un rato, el agua es súper tranquila, las olas son pequeñitas. Encontramos un espacio perfecto para estacionar la Zaigua, frente a la playa, en lo que después nos dimos cuenta es algo así como el patio delantero de un hombre de unos 38 años que se llama Raúl, vive con su esposa y su hija.  Raúl resultó ser una persona muy agradable y platicadora.  Se nos acercó comenzó a platicarnos de sus caminatas para rescatar huevos de tortuga y llevarlos a nidos seguros;  también nos habló de los muchos otros que en ve de rescatarlos se los roban e incluso matan a la tortuga.  Pasamos un buen rato escuchando las historias de Raúl, él es nativo de Marquelia y hace cuatro años se mudo acá a la playa, su casa es sencilla pero se ve bonita.  Nos contó del temblor que hubo aquí en las costas de Guerrero hace poco, y de cómo golpeaba el agua bajo la tierra; también nos habló de manglares en los que entran a pescar a sabiendas de que hay cocodrilos nadando alrededor, según él nunca ha habido ningún incidente relacionado con lagartos, excepto una ocasión en la que se desbordó el río y arrastró a los cocodrilos a la playa, pero según nos cuenta nadie ha resultado herido. 

                Mañana iremos con Raúl a uno de los manglares de los que nos habló y los grabaremos contando un poco de lo que nos contó hoy.

Por lo visto habrá tormenta esta noche.

Andrea