La gasolinera Las Verapaces fue un lugar bastante tranquilo para dormir. Después de levantarnos fuimos a darnos un baño a las regaderas del lugar. Nada elegante pero muy útil; además la presión del agua es perfecta.
Fuimos a la tienda que esta ahí mismo, yo quería un Snickers y un jugo, dejé el jugo (de unos 400ml) después de que nos dijeran que costaba Q 15 (2 dólares) y el Té Arizona de 350ml Q 17, ja!
Mi Snickers costaba Q 10.50 (1.25 dólares), ese sí no lo dejé.
Según lo habíamos previsto, comenzamos a hacer camino hacia Honduras, teníamos planeado dormir unos 100km antes de la frontera con Honduras, después de Río Hondo, Guatemala. El tiempo en la carretera se fue rápido, de pronto ya estábamos en Chiquimula (a 60km de Honduras), ahí paramos a hacer el desayuno y pensar qué podíamos hacer. Por lo que habíamos visto, nos preció que Chiquimula no tenía mucho que ofrecer así que decidimos probar en el siguiente pueblo camino a Honduras.
Por ser domingo creímos que quizá la frontera estaría cerrada, investigamos un poco y nos dimos cuenta de que estaba abierta. Decidimos cruzar la frontera y pasar la noche en Copán Ruinas. Alistamos nuestros papeles y los de la camioneta y nos dirigimos hacia el cruce fronterizo El Florido.
Al llegar ahí nos sorprendió lo solo que estaba todo, éramos los únicos frente a la barrera que da paso migración. Del lado guatemalteco nos atendió una chica, ella se encargó de cerrar el permiso de estancia en Guatemala para el vehículo. Luego siguió la “inspección” a la Zaigua, abrió la puerta se paró ahí y nos dijo que debía revisar que el número de serie concordara con el de los papeles. Dos minutos después estábamos de vuelta en la “oficina”. Nos pidió copias del pasaporte del dueño del vehículo, las hojas que nos dieron al ingresar en Guatemala y copias de la tarjeta de circulación. Las copias las iba a sacar ella en un principio, pero su copiadora se estaba trabando, nosotros llevábamos suficientes copias de cada cosa así que no hubo problema. Al final ella nos regresó dos de las tres hojas que nos habían dado al ingresar a Guatemala, ahora sellados certificando la salida del vehículo y cancelación del permiso para transitar en el país.
De ahí pasamos a migración, le dimos al hombre de la oficina nuestros pasaportes, él se puso frente la computadora un rato. Nosotros habíamos estado grabando todo el proceso, de pronto llega otro hombre y le dice disimuladamente que lo estamos grabando, el voltea y contesta que ya lo sabe, luego regresa la vista ala computadora y sigue tecleando. Mientras él hacía eso, David fue a comprar Lempiras (la moneda de Honduras, 1 Dólar = 19.8 Lempiras), nos dieron 966 Lempiras por 430 Quetzales, todos ofrecían el mismo trato así que las compramos, fue un cambio aceptable ya que a cambio de bolsa debíamos haber recibido L 1050.
Sellaron nuestro pasaporte de salida y nos dirigimos hacia las oficinas de migración hondureñas, a unos 100mts de donde estábamos. Cruzamos la Zaigua de Guatemala a Honduras y la estacionamos frente a las oficinas. Esta frontera era TAN diferente! Seguiamos siendo los únicos haciendo el proceso, no había gente alrededor de la camioneta ni persiguiéndonos para “ayudaros” con el trámite, no había nadie ofreciendo Lempiras, había estacionamiento y el lugar estaba silencioso y tranquilo. Esta vez nos bajamos los dos de la Zaigua (no como al entrar en Guatemala que yo me quedé mientras David hacía el papeleo). Inmediatamente se acercó un hombre, con uniforme de migración y un gafete, nos dijo: para internar el vehículo en el país deben tener 3 copias del pasaporte del dueño (las teníamos), 3 copias del título del carro (las teníamos), 3 copias de la licencia de conducir del dueño del vehículo ( las teníamos), por ultimo nos pidió 3 copias del papel que nos acababan de dar en Migración de Guatemala que acreditaba que ya habíamos cerrado el permiso para estar allá (sólo teníamos las dos hojas que la chica nos había dado); luego nos dijo que el tramite costaría 35 dólares (lo cual correspondía a lo que habíamos investigado). Lo único que nos faltaba eran las copias del papel de Migración de Guatemala, había que regresar allá a tratar de encontrar una copiadora ya que del lado de Honduras no había luz desde las 7am. Regresamos caminando ya que la Zaigua ya no podía entrar a Guatemala. Fuimos a con la misma chica y le explicamos la situación, ella trató de sacarnos las copias pero su máquina seguía sin funcionar. En ninguna de las oficinas de al lado había copiadoras y los lugares en donde usualmente se sacan copias estaban cerrados por ser domingo. Nos dijeron que nuestra única opción era tomar un tuk-tuk (pequeño taxi) hasta el pueblo más cercano (a 1 kilometro de distancia) y sacar allá las copias. Nos pareció una locura así que regresamos a migración de Honduras, le explicamos al hombre y accedió a que le dejáramos una de las hojas que nos acababan de entregar (nosotros nos quedamos la otra como comprobante) y ya él sacaría las copias al regresar la energía eléctrica. Después de superar ese obstáculo todo fue sencillo. Él comenzó a llenar formas con los datos de la Zaigua, luego nos entregó nuestra Forma 9A-1 (es la necesaria para transitar en el país) y nos advirtió que era lo que debíamos mostrar a la policía en caso de que nos detuvieran, y que debíamos darla de baja al momento de salir país. Selló nuestros pasaportes (el mio no debía haberlo sellado pero se lo pedí y accedió, en esta parte solo sellan el del titular del vehículo).
Luego pasamos a otra oficina en donde revisaron nuestros pasaportes y una pequeña forma que llenamos de ingreso al país. El oficial engrapo una hojita al pasaporte y nos dijo que había que conservarla ahí hasta que diésemos de baja nuestro permiso para estar en Honduras; este proceso fue aun más rápido que el anterior. Hubo que pagar 3 dólares por cada uno para llevar a cabo este proceso (Al hacerlo en un aeropuerto el costo se eleva a 37 dólares por persona). Nos dieron 90 días de permiso para estar Honduras, igual que como fue en Guatemala.
Una vez en Honduras tomamos camino hacia Copán Ruinas, que se encuentra a sólo 10km de la frontera. Copán es una aldea no muy grande, pero sí turística; por lo que vimos hay muchos extranjeros, algunos de viaje, otros estudiando español y otros haciendo sus prácticas profesionales. Es un lugar bastante activo, tanto de día como de noche.
Lo que nos interesaba de Copán eran sus ruinas, sin embargo después de informarnos un poco decidimos no entrar a verlas. Las ruinas en sí, no son asombrosas ni muy grandes, pero su precio nos pareció bastante exagerado en comparación al costo de ruinas mucho más impresionantes que hemos visitado en México. El costo por persona (al ser extranjero) es de 15 dólares (el precio esta en dólar, no en Lempira), más 23 dólares en caso de querer un guía, más otros 7 dólares para poder visitar el museo y otros 15 dólares para tener acceso a dos túneles no muy grandes. Nos hubiese gustado visitarlas ya que su historia es muy interesante y rica culturalmente, pero su precio nos pareció injustificado.
Cayó la tarde y las calles alrededor de la plaza central comenzaron a llenarse de gente, una de las calles tenía varios puestecitos de comida, la mayoría vendía carne asada y baleadas (tortilla de harina hecha a mano, con frijoles, queso, crema y vegetales), entre ellos encontramos uno de “Tacos Mexicanos” en donde vendían tacos de carne al pastor (muy diferente a la carne al pastor de México, su preparación es muy distinta). Decidimos comer un poco de carne asada y una hamburguesa que compramos en los “Tacos Mexicanos”, también muy diferente pero muy rica. En algunos lugares la carne la acompañan con plátano frito, se me antojo mucho pero no los probé.
Después de cenar caminamos un rato alrededor de la plaza, había mucha gente, desde niños hasta ancianos, y también muchos extranjeros comiendo en los puestos y restaurantes.
Antes habíamos visto la opción de dormir en el camino hacia las ruinas, ya que hay un punto policiaco y una gasolinera a poca distancia, así que planeábamos dormir entre esos dos. Sin embargo, ya que vimos que el pueblo en sí parece seguro, decidimos dormir a unas cuadras de la plaza central, frente a la Cámara de Comercio y Turismo, así aprovechamos para ir mañana al despertar por información.
Aun no captamos que ya estamos en otro país, David sigue hablando de pagar en Pesos cada vez que quiere comprar algo (ni siquiera tuvo tiempo de acostumbrarse a los Quetzales), y yo que apenas estaba tratando de no extrañar México ahora extraño también a Guatemala.
Por lo pronto nuestro primer día en la Banana Republic ha sido algo positivo e interesante.
Andrea
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