Esta mañana fuimos al canal del lago Yojoa a nadar, el agua era cristalina y tenía muy poca corriente. Del otro lado había pescadores sacando lo que sería la carnada para atraer peces más grandes en el lago.
Después de nadar cortamos plátanos de los arboles de Luis para el desayuno. Hicimos hot dogs tropicales: salchicha y plátano frito.
El tiempo se nos fue volando, habíamos quedado en hablar al Centro Las Flores en Tegucigalpa a las 12pm, ya que nos quedaríamos allá los siguientes
días.
Las Flores es un centro al cual canalizan niñas que han sido víctimas de abuso en sus hogares; a pesar de que las niñas son enviadas por orden del gobierno, el centro se mantiene por ayudas de particulares y ONGs en su mayoría extranjeras. Entre esas ONGs se encuentra Acción para el Desarrollo y la Igualdad quienes brindaron un apoyo económico para mejorar la infraestructura y compra de materiales. Fue esta ONG, quien nos puso en contacto con la gente del centro para que fuese posible una visita.
No nos fue posible esperar a Luis, debíamos ir rumbo a Tegucigalpa, fuimos a su casa a despedirnos de su mujer y pedir que nos despidieran de él. Nos regalaron unos paquetitos de plátano frito para el camino, nosotros solo pudimos agradecerles por lo bien que estuvimos ahí.
Yo hubiese preferido que nos quedásemos más tiempo y poder ayudar a Luis con los proyectos que tiene en mente para mejorar su negocio, pero también estaba emocionada por llegar a Las flores y conocer a las niñas.
Para la visita al centro hablamos con varias mujeres: Marlene, Miriam, Leonor y Altagracia, nosotros no teníamos idea de quién era cada una o cual era su función. Quedamos en vernos con “alguien” en una gasolinera en la entrada a Tegucigalpa, iban a recogernos. Al llegar hicimos una llamada para avisar que ya estábamos ahí, al poco tiempo estaban ahí 3 mujeres: Altagracia, una religiosa que ha hecho mucho por el centro; Marlene quien es la directora de Las Flores, y Caro quien lleva mucha de la responsabilidad en la toma de decisiones (y tiene 7 meses de embarazo). Nos recibieron alegres, haciendo preguntas y nosotros súper confundidos, creían que nos quedaríamos un mes y que llegaríamos en avión, no en la Zaigua. Las tres iban hacia otro rumbo así que ninguna podía traernos a Las Flores pero habían llamado ya a otras personas para que fuesen por nosotros. Ellas se fueron, yo compré un café y apenas estábamos tratando de poner nuestras ideas en orden para cuando llegaron dos mujeres jóvenes: Maribel (la cocinera) y Miriam (una de las educadoras); fueron ellas quienes nos llevaron al centro y en el camino nos contaron un poco de las niñas.
Llegar a las Flores fue bastante lindo, las niñas se pararon en el portón del lugar, todas alrededor de la camioneta, y al bajarnos todas hablaban, otras nos abrazaban y nos decían tío y tía. Las más pequeñas tienen 4 años y las mayores 16. Apenas llegamos las más grandes tuvieron que irse a la escuela (van al turno nocturno) y fue hasta más tarde que pudimos conocerlas. E total son 20 niñas, muy diferentes entre sí. Yo todavía estoy impresionada por como nos recibieron, y por lo mucho que hablan! Jaja.
Hemos cantado y jugado (hasta 3 juegos diferentes al a vez ya que cada una tiene algo distinto que quiere mostrarnos), parece insólito pensar en los abusos de que estas niñas han sido victimas. Lo sociables que son y lo contentas que se ven nos habla del buen trabajo que el personal esta haciendo aquí en Las Flores.
Andrea
Escribir comentario
cecilia rodulfo venzor (miércoles, 19 septiembre 2012 11:22)
Que bueno que dan a conocer esos centros que hacen una buena obra social es muy interesante chicos sigan adelante!!!