El día comenzó muy bien. Despertamos temprano – como siempre, yo después que David -, hicimos ejercicio, preparamos el desayuno, jugamos a las palas, nadamos un rato y después caminamos por la playa para recoger conchitas… perfecto.
A pesar de que estábamos disfrutando bastante nuestro tiempo en Las Lajas – la playa a la que llegamos ayer – no debíamos dejar que se nos hiciera tarde. El plan del día era ir a Santa Catalina, uno de los mejores destinos para hacer surf en centro américa.
Al poco rato de ponernos en marcha, oímos un fuerte sonido en las llantas, el mismo sonido que escuchamos cuando se rompió el balero de llanta trasera. Esta vez el sonido provenía de una llanta delantera. No podía estar pasando…
Las Lajas es un pueblo muy pequeño, la ciudad más cercana es David y se encuentra a unos 75km de distancia. Por “suerte” encontramos un mecánico apenas entramos al pueblo.
Comenzó a revisar la llanta, dijo que probablemente sólo se había desajustado el balero - ¿? -. Para estar seguros debía quitar el tambor y revisar ambos baleros de la llanta, pero le faltaba una llave para poder hacerlo. La buscó un buen rato en todo el taller, tardó tanto que hasta pensamos en decirle que lo dejara así, que iríamos a la ciudad. Dejó de buscar tomó las llaves de su carro y nos dijo que ya volvía, que iba “ahí adelante” por la llave que le faltaba.
Tardo mucho tiempo en regresar. Una vez que revisó la llanta su diagnostico fue que simplemente estaba desajustado el balero. Podíamos estar tranquilos, con ese balero llegaríamos hasta ciudad Panamá – a unos 250km de distancia -. Cobró 15 dólares, que después de regatear, bajó a 12.
A unos 10km del taller el sonido regresó, fuerte. Estábamos seguros que el balero estaba dañado y que habíamos perdido 12 dólares. Regresar al taller sería un error que únicamente nos quitaría tiempo. Tomamos camino hacia Catalina, al lado opuesto de ciudad David – la decisión de no ir a David la tomamos porque ir hacia allá sería regresar, y es un lujo que debido al tiempo, no podemos darnos -.
Santiago es la ciudad más próxima a La Lajas, en dirección a ciudad Panamá, se encuentra a unos 120 km de distancia. En un principio estábamos “tranquilos” porque la carretera estaba en buenas condiciones y teníamos suficiente luz, además casi no había tráfico. Luego comenzó a llover y a partir de la mitad del camino la carretera cambió totalmente: ahora estábamos en una calle con hoyos profundos y desniveles muy prominentes.
Mientras avanzábamos en la carretera, mi preocupación aumentaba. Ya no hacía ruido una llanta, sino las dos delanteras. Recordé a mi mamá – una mujer muy inteligente y prudente – que “pondría el grito en el cielo” si supiera que manejamos en esas condiciones, y me pasaron mil cosas por la cabeza, qué podía pasar, cuantos “cuídate mucho” he escuchado. Teníamos que seguir, estábamos en medio de una carretera rodeada solo por pasto, necesitábamos un mecánico. No íbamos a mucha velocidad, pero en caso de que la llanta se amarrase, corríamos un alto riesgo de tener un accidente.
Ya iban a ser las 4pm, en sábado. Sabíamos que las probabilidades de encontrar un mecánico eran pocas. Habíamos llegado a Santiago, estábamos cansados, estresados y hambrientos. Seguimos por la calle principal, David alcanzó a ver un taller, bastante grande, que además tenia una refaccionaria.
Podían ayudarnos, además cerraban hasta las 6pm. La suerte estaba de nuestro lado.
Seguimos todo el proceso, un balero estaba destrozado, otros tres en mal estado. Cambiaron los cuatro. En lo único que yo pensaba era que pronto estaríamos de vuelta en nuestro camino, sin preocupaciones, y podríamos ir a comer.
En el taller realizan cambios de aceite, y ya es tiempo que la Zaigua tenga el suyo. Nos pareció buena idea dejar eso hecho de una vez par ahorrarnos problemas en el futuro. Había que mover la camioneta para que trabajaran lo del aceite en otra zona; al ponerla en marcha escuchamos que una de las llantas seguía haciendo ruido… era la trasera. De vuelta en la grúa, la elevaron sobre nuestras cabezas para poder ver las llantas y el motor desde abajo. Aparentemente no había nada, “debió haber sido una piedra, lo que les golpeó el tambor y ahora esta haciendo que un fierro choque contra otro, deben esperar a que se desgaste y va dejar de sonar” dijo el hombre que la revisó. A ninguno de los dos nos convenció su explicación. Extrañamos a Iván, nuestro buen mecánico de Guadalajara.
Mientras el hombre trataba de hacer válido su punto, David se dio cuenta de que la bota que va en la flecha de la otra llanta estaba rota. Lo se… suena a demasiadas cosas mal para tan poco tiempo, y se pusieron peor. Pedimos que en vez del cambio de aceite trabajaran en el cambio de la bota. Sólo como aclaración, según lo que sabemos gracias a un mecánico que nos ayudó anteriormente, esa bota protege los rodamientos de la flecha, al estar rota la suciedad/polvo/lodo entra y echa a perder las piezas.
Me alerté después de que el mecánico nos preguntó cómo debía hacer para cambiar la pieza… El hombre realmente no tenía idea. David estuvo presente la vez pasada que esa misma bota se rompió; cambiarla fue algo sencillo, quitaron la llanta y el tambor para dar espacio a la bota de salir, se saca la bota, se pone la nueva, se ajusta y se pone de nuevo el tambor y la llanta, listo, no toma más de media hora. David explicó al procedimiento al mecánico, pero él decidió – y se negó a escuchar cualquier sugerencia – hacerlo a su manera.
Tomó tres horas y media, mucha frustración y una cuenta de 96 dólares, que nos hicieron el favor de rebajar a 90.
Convirtió el cambio de una pieza en una pesadilla. Desatornillo – con mucho esfuerzo – la flecha entera, al hacerlo se desprendió la parte superior y los rodamientos/balines se regaron por el suelo, ponerlos de nuevo dentro la pieza fue algo agonizante.
El dueño, evidentemente molesto, se unió al hombre que estaba trabajando en la Zaigua, aun así – quizá ya por el cansancio – había error tras error. Nosotros, molestos también, comenzábamos a presionar. El mecánico, que trataba de ocultar su molestia, era cada vez más hostil y hacia todo con desdén.
Eran pasadas las 9 de la noche cuando logramos salir de ese lugar, no habíamos comido nada desde las 8 de la mañana – excepto cacahuates y una naranja -, nuestros niveles de estrés estaban por los cielos y la Zaigua seguía rechinando.
Fuimos a McDonald’s – que estaba a unas cuadras - a cenar, DEVORÉ mi hamburguesa, las papas apenas si las vi. Estaba muy cansada y David también. Debíamos buscar un lugar donde quedarnos, teníamos en mente ir a la estación de Protección Civil para ver si era posible quedarnos ahí, pero no sabíamos dónde estaba. David y yo comenzamos a discutir por tonterías, no llegábamos a un acuerdo con nada. Batallamos para encontrar la estación pero lo logramos, nos estacionamos enfrente.
Ahora, después de un muy buen día que se convirtió en un tormento, trataremos de dormir, y ya mañana pondremos el cerebro a trabajar coherentemente de nuevo.
Andrea
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IVAN (lunes, 26 noviembre 2012 08:56)
MALA SUERTE ESPERO QUE AJUSTEN BIEN LOS BALEROS NO LOS TIENEN QUE APRETAR MUCHO LLEGARLOS Y UN CUARTO DE BUELTA MAS PARA QUE NO SE ROMPAN O SE AJUSTE MUCHO Y SE ROMPEN LOS BALEROS SALUDOS Y CUALQUIER COSA ESTAMOS AQUI PARTA COMENTARLO
Javi (lunes, 26 noviembre 2012 09:32)
Animo chavales, las averías son cosas que pueden pasar no desesperarse.
El Corsa de Anita también dijo basta y nos toca comprar uno nuevo.
roo (lunes, 26 noviembre 2012 10:53)
Han pasado ya por peores (: Vamos! Éxito!
Hilda (lunes, 26 noviembre 2012 19:58)
Andrea espero que las cosas les hayan ido mucho mejor en estos dos días despues de la descompostura de la Zaigua. te mandamos besos y abrazos tu abue y yo. No se desesperen que ya han avanzado bastante.¡¡Mucho animo!!
Zaigua (martes, 27 noviembre 2012 11:23)
Iván, no quieres unirte al equipo de viaje?? Ahora el que esta dando problemas es el balero de atras (el unico que no se le ha cambiado)
Roo, Javi, gracias por ánimos chicos!
Esto es parte del trayecto, ni hablar, lo bueno y lo malo.
Javi ya que se retira el Corsa, deberías viendo una Zaigua como la nuestra, así llevas a Ana a pasear a la sierra!
Ma todo va mejor, solo nos falta revisar un balero pero ya esperaremos hasta llegar a la capital. Las extraño mucho, les mando un beso grande a ti y a mi abue! Vamos pa'delante. Te quiero.
ivan (martes, 27 noviembre 2012 13:39)
no creo aqui esta el trabajo en el taller
hay que tener cuidado con quien te cambie los baleros no es normal que se descomponga que lo cambien con mucho cuidado suerte el motor esta jalando bien saludos