Noche de chalet en la playa

Anoche estábamos ya medio dormidos cuando de repente escuchamos un ruido como si trataran de abrir la puerta lateral de la Zaigua. Enseguida miramos por la ventana, pero no vimos a nadie. Salí a ver que ocurría y tampoco vi nada, posiblemente únicamente fue el viento pero nos dejo intranquilos durante un rato.

Por la mañana nos dedicamos a hacer ejercicio, actualizar la página y ultimar algunos detalles sobre Panamá City y todo lo que implica llegar a Colombia. El transporte de la Zaigua está definido, el nuestro está totalmente en el aire.

Ayer ya nos habíamos despedido de Kent y Mark por lo que a media mañana salimos de el Valle con dirección hacia la costa, específicamente hacia playa Coronado. La Zaigua siguió haciendo el ruidito metálico en la rueda trasera de vez en cuando, pero no podemos hacer nada para reparar esta avería hasta que lleguemos a la capital.

Cada vez que nos vamos acercando más a la capital vamos viendo más zonas de playa que están privatizadas. Esta situación es legal porque aunque la playa es pública el acceso es privado entonces casi la única opción posible para acceder a la playa es volando o nadando, totalmente ilógico. Además el impacto ambiental es bastante fuerte, hemos estado en muchas zonas costeras, algunas públicas y otras privadas y es una lástima observar como en no pocas de las zonas privadas se arrasa con toda la flora y fauna del área dejando espacio para el ladrillo y el hormigón.

Jhony tiene 63 años y vive en la casa con su amigo Bebo y cinco perros. La casa es enorme, con varias habitaciones y espacio para que puedan dormir 10-12 personas. Jhony nos dijo que podíamos elegir el cuarto que quisiéramos para dormir ya que él duerme afuera en una hamaca y Bebo en una casita al lado de la casa grande. Nos sorprendió que una casa tan grande y cuidada estuviera tan desaprovechada. Le dimos las gracias pero preferimos dormir en la Zaigua. Aun así insistió en que utilizáramos el baño y/o la cocina cuando lo necesitáramos. Muy amable por su parte teniendo en cuenta que nos acabábamos de conocer y nos estaba ofreciendo su casa.

Cenamos y fuimos a hablar un rato con Jhony y Bebo. Ambos llevan una vida bastante relajada y sin preocupaciones aparentes, bueno solo que el sábado organizan una fiesta para unos niños de bajos recursos y andaban preocupados con el tema de la intendencia. Parecía que iba a llover y nos metimos en la Zaigua para poner todo un poco en orden.