Hoy estuvimos en la Casa del Carnaval, ahí nos explicaron un poco de esta fecha tan especial aquí en Colombia y aprovechamos para tomar algunas fotos, no pudimos entrar a la exposición por cuestiones de tiempo pero parecía divertida. Luego fuimos al mercado de artesanías de Barranquilla, había muchas cosas a buen precio. Aproveché para comprar un sombrero que me pidió mi hermana y algunas otras cosas que quiero llevar.
Apenas terminamos con las compras tomamos camino hacía Santa Marta, un lugar del cual nos habían hablado mucho, tanto que decidimos pasar allá la Navidad. Salir de Barranquilla fue un lío y nos tocó conocer los barrios que parecen ser más pobres. Al fin dimos con el camino que debíamos tomar para salir de ahí.
En la carretera nos topamos a unas 25 familias –desde niños hasta ancianos- que estaban a los lados del camino, bajo el fuerte sol, moviendo banderillas, con letreros o gritando, pedían un ‘aguinaldo para la cena de Navidad’.
Entramos a Santa Marta, estábamos perdidos, nos quedamos atorados en el tráfico del centro por un buen rato en medio del sonido de decenas de cláxones. Decidimos salir de ahí lo antes posible. Vimos en el mapa, nuestras opciones más próximas eran Rodadero y Taganga, preferimos el último ya que leímos que Rodadera es un centro hotelero. A cinco minutos de camino llegamos a un mirador desde el cual se veía una hermosa bahía, ahí estaba Taganga detrás de la montaña. Alcancé a ver gente en la playa, mucha más gente de la que hemos visto en las ultimas playas en que hemos estado.
Entramos al pequeño pueblo, todos se quedaban viendo a la Zaigua. Llegamos a dos hostales a preguntar cuánto costaría usar la regadera y el internet, uno era caro y el otro no tenía internet, fuimos a un tercero, nos cobraban COL$6,000 por los dos (poco menos de 3 dólares), además hay espacio al frente para estacionar ahí la Zaigua, nos quedamos con ese: Hostal Grafiti.
Nos dimos un buen baño, por fiiiiiin! Aún tenía barro en la cabeza por el volcán así que demoré un rato ahí en el agua. Una vez limpios salimos a conocer el lugar. Hay un malecón que tiene la bahía de frente. El agua tiene un bonito color azul, en el corredor hay palapas que fungen de restaurantes, carritos de fruta –una buena parte de la fruta ni siquiera la conozco- en los que se preparan jugos y venden comida –empanadas, arepas y bolitas de papa rellenas de pollo-, además había muchos chicos vendiendo artesanía con sus tapetitos en el suelo, gente yendo y viniendo.
Regresamos al hostal a conectarnos un rato, y aquí seguimos, más tarde regresaremos al malecón a dar una vuelta y disfrutar la noche en Taganga.
Andrea
Escribir comentario