Somos parte de Taganga

La primer actividad del día fue cocinar, estuvimos haciendo la tortillas de papa hasta las 11am y al terminar nos fuimos directo al malecón a poner nuestro stand. Nos tocó un buen lugar, aún no llegaban tantos chicos de las artesanías, así que tuvimos espacio justo al lado de la tienda. Comenzamos por poner la mesa con el mantel, luego anoté en la pizarra “Tortilla Española & Horchata Mexicana”. La gente se queda viendo y repiten lo que dice en la pizarra, algunos se acercan, otros pasan de largo.  

Al lado nuestro se puso un hombre ya mayor. Parecía un poco gruñón. Sacó una manta color guinda, la puso en el suelo, se sentó en el escalón y comenzó a sacar collares, aretes, pulseras y demás cosas que ponía con mucho cuidado en la manta. Luego comenzamos a platicar con él, no era gruñón. Es un hombre que ha vivido aquí en Taganga los últimos siete años. Sus hijas son artesanas y él les ayuda a vender sus creaciones.

Estábamos ahí sentados esperando a que llegara algún cliente, él hombre volteó y nos dijo “por qué no van allá a la playa, ofrézcanle a la gente, verán que si les compran”. Nos vimos el uno al otro y dijimos “por qué no”. Preparé algunas porciones y David las llevó a la playa. Al regresar había vendido todo. Luego di una ronda por la playa yo también y al poco rato habíamos vendido todo. Vaya éxito.

Recogimos nuestras cosas y regresamos al hostal, trabajamos en la página un rato y luego nos pusimos a cocinar de nuevo. Esta vez mucho más coordinados, cada vez mejor, y la tortilla con mejor sabor. El tiempo pasó rápido, había que regresar al malecón a vender lo que habíamos preparado.

Nuestro lugar seguía disponible, pusimos nuestra mesa, las tortillas y la pizarra. Es divertido que en poco tiempo la gente ya nos conoce y nos saluda, los chicos que venden artesanías nos han ayudado a entender un tanto cómo es que va esto de vender cosas a los turistas.