Pues ni anoche los bomberos de Riohacha nos quisieron regalar un poco de agua ni esta mañana tampoco, incluso esta mañana no nos dieron ninguna “excusa”, el bombero con el que hablé únicamente negó con la cabeza, que se le va a hacer, quizás en otra ocasión.
Después de hacer ejercicio nos fuimos a nuestra “oficina”, el centro comercial Süchiimma. Desde que llegamos a Riohacha todos los días hemos venido a Süchiimma a conectarnos a internet y nadie nos ha llamado la atención. Muy amable todo el personal de las tiendas, área de comida y seguridad que trabaja aquí, les agradecemos la paciencia que han tenido con nosotros.
Terminamos de actualizar la página web, compramos comida para el resto del día y nos marchamos hacia la capital indígena de Colombia: Uribia. Por el camino pasamos por muchas comunidades Wayúu, cada poblado tiene un puñado de casas hechas a base de caña y adobe, una construcción perfecta para esta área semi-desértica. En ésta época del año el viento sopla constantemente y el sol es muy fuerte, la vida en estas condiciones no tiene que ser fácil. La vegetación es muy característica: cactus y unos árboles de tamaño medio que no conocemos. Todo el conjunto hace que esta región de la Guajira sea muy especial.
Antes de llegar a Uribia tuvimos que pagar dos peajes y cruzamos varios puestos de inspección del ejército y la policía. En ningún puesto nos pararon, solo nos saludaban sonrientes, les llamaba mucho la atención la Zaigua.
Habíamos leído que Uribia tenía un importante mercado de artesanías pero cuando llegamos no encontramos ninguna artesanía, solo un puesto solitario en la plaza principal (después averiguamos que en enero no hay mucha actividad). Al ser reconocida como la capital indígena de Colombia nos esperábamos otra cosa. La mayor parte de la población es Wayúu y se dedican a negociar con diferente mercancía ya que están situados en un lugar estratégico de la Guajira. A nosotros lo que más nos llamó la atención fue el negocio de gasolina de contrabando de Venezuela. Uribia está situada a unos 30km en línea recta de la frontera con Venezuela y éste es uno de los puntos del país donde se puede encontrar la gasolina más barata.
La única parada que hicimos en Uribia fue en la casa de la cultura, echamos un vistazo e hicimos unas fotos a los murales que tenían. Preguntamos por alguna otra actividad para hacer en la ciudad y nos dijeron que nos acercáramos a Manuare que allí existen unas salinas que producen sal en tan cantidad que se pueden ver las montañas de sal.
Manuare está apenas a 20km de Uribia y es parecido a Uribia salvo que está un poco más organizada. Su playa tiene que ser una delicia cuando no hay viento, ya que ahora el viento arrastra polvo y arena hasta la orilla y el agua cristalina toma un color marrón que no invita al baño. Nos dijeron que cuando no hay viento todo el mar se ve de un color azul turquesa precioso, tendremos que regresar en otra ocasión. Por cierto ésta fue nuestra despedida del caribe y del mar por una buena temporada.
En Manuare también observamos las salinas pero no vimos ninguna montaña de sal, seguramente recientemente se habrían llevado la sal en camiones. Cuando nos íbamos de las salinas, dos niños bloquearon la carretera (pública) con una manguera para exigirnos dinero por seguir nuestro camino. Nos llamó la atención su actitud, su petición era para pagar unos refrescos, cuando le pregunté que porqué tenía que pagarles me dijeron que por que sí, para poder pasar porque ellos eran el patrón. Estoy seguro que no es la primera vez que lo hacen y seguro que así han conseguido algunas monedas porque a alguna gente les puede “hacer gracia”. Les metí miedo agarrando la cámara y diciéndoles que les iba a fotografiar para enseñarle sus fotos a la policía y que ellos tomaran las medidas adecuadas. En cuanto vieron la cámara soltaron la manguera y se escondieron tapándose la cara. Si les hubiéramos dado alguna moneda lo único que hubiéramos hecho es seguir creando en su cabeza la idea de que al turista se le puede pedir dinero hasta por cruzar una carretera y que se puede conseguir dinero fácil así en vez de realizar un trabajo productivo para la sociedad. Ojalá nadie les vuelva a dar dinero sin que de verdad se lo hayan ganado.
De regreso a Uribia estuvimos pensando hacia dónde dirigirnos. Mucha gente nos había hablado del Cabo de la Vela ya que es un lugar muy peculiar en la Guajira. Sin embargo teníamos que ir por un camino de tierra durante 3 horas y ya estábamos cansados de tanto viento y arena. Tampoco la Zaigua estaba preparada para ese trayecto ya que el polvo se le mete por cualquier recoveco y no queríamos arriesgarnos a tener un problema mecánico. Era poco más de la 13:00 y en Uribia no teníamos mucho que hacer. Valorando nuestras posibilidades decidimos llenar el depósito de gasolina en Uribia y conducir hacia el departamento de César y ver hasta donde podíamos llegar antes de que anocheciera. El Cabo de la Vela lo dejaremos para cuando no haya tanto viento (si eso es posible).
Según nos fuimos alejando de Uribia y acercando a Valledupar el paisaje cambio radicalmente, volvimos a ver montañas y prados extensos. En el camino estuvimos escuchando por la radio toda la parafernalia sobre la investidura del ausente presidente venezolano Hugo Chávez (estábamos a pocos kilómetros de la frontera con Venezuela). Nos llamó mucho la atención porque lo escuchábamos como un mitin político en el que diferentes autoridades de Venezuela y otros países elogiaban las cualidades del reelecto presidente Chávez de una manera muy efusiva y emocional, en ocasiones parecía un discurso religioso en el que alababan a su “Dios”.
Cruzamos diferentes pueblos hasta que llegamos a Villanueva justo antes de que anocheciera. El pueblo parecía tranquilo y nos estacionamos al lado de la casa de la cultura para pasar la noche. Acabamos de comer/cenar y vamos a ver una película antes de acostarnos. Mañana sabremos donde amaneceremos pero no donde dormiremos, nuestro plan es seguir conduciendo hacia Bucaramanga y donde nos guste allí nos quedaremos.
David
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