Hoy nos hemos levantado con la misma hospitalidad con la que nos acostamos anoche, Pacho y Argénides invitándonos a desayunar. Han sido unos anfitriones excelentes y sus hijos Checho y Joan siempre han estado muy atentos con nosotros, forman una gran familia. Argénides incluso ya conoce nuestros gustos para comer, junto a las empanadas que nos sirvió para desayunar Andrea le ofreció su inseparable tinto y a mí agua fría, justo como nos gusta. Al terminar, Pacho nos enseñó la casa, allí es donde se juntan Checho y Javier para practicar con el grupo y también es lugar de reunión de Pacho´s Club.
Bien desayunados seguimos con la tarea de actualizar la página, nos tomó mucho tiempo porque los últimos dos días en Aguachica habían sido muy intensos y teníamos mucho que contar. Las mañana se nos fue rapidísimo y lo mejor estaba aún por llegar. Pacho estuvo trabajando en Camposerrano radio durante unos años y contacto con sus colegas para que nos hicieran una entrevista a mediodía. Antes de las 12:00 ya estábamos en las instalaciones de la radio y unos minutos más tarde en la cabina de radio. Nos sentíamos un poco nerviosos al principio de la entrevista pero no es la primera vez que nos entrevistan y poco a poco nos fuimos soltando. Al final nos sentimos muy cómodos hablando de Zaigua Through the Americas con los locutores y cuando acabamos nos fuimos muy contentos, otra gran experiencia en Aguachica, gracias Pacho.
Regresamos a casa de Pacho y Argénides nos tenía listo el almuerzo, de acuerdo a nuestra rutina diaria nosotros acabábamos de desayunar y sin embargo ya estábamos otra vez comiendo. Terminamos de almorzar y acabamos de poner todo en orden en la página web. Alrededor de las 15:00 con gran pena nos despedimos de Pacho y su familia, fueron unos grandes anfitriones, ojalá que nos volvamos a encontrar pronto.
Antes de despedirnos de más gente de Aguachica fuimos a casa de Luwin Guerrero, un artista local. Estuvimos un rato en su casa conociendo sus obras y tomando algunas fotos. El arte de Luwin está muy influenciado por la naturaleza y sus propias experiencias, nos pareció muy interesante. En su página web se pueden ver todas sus obras www.luwinguerrerovillamizar.blogspot.com
De casa de Luwin nos fuimos hasta Ciudadela de la Paz para despedirnos de William, no estaba en casa y le dejamos una nota, se portó maravillosamente con nosotros la primera noche que llegamos a Aguachica. Después fuimos hasta el bosque del Agüil a despedirnos de don Agustín, Luis y los niños. Don Agustín pensaba que llegábamos para pasar la noche allí, la verdad que se nos había hecho muy tarde. Nos fuimos de Aguachica con una gran sonrisa en la cara, hemos hecho grandes amigos y hemos sentido el cariño de todo un pueblo ¿qué más se puede pedir?
Entre unas cosas y otras salimos casi a las 16:00 de Aguachica y como mínimo teníamos tres horas de camino hasta llegar a Bucaramanga. Andrea se puso al volante y enseguida empezó a sentir la Zaigua rara, no tenía la misma potencia de siempre aunque caminaba a una velocidad respetable. Le acabábamos de echar gasolina y pensamos que nos habían dado un carburante de muy mala calidad.
El camino estaba muy pesado por el tráfico y la carretera tampoco ayudaba. Es una verdadera vergüenza que tengamos que pagar tanto dinero en peajes por unas carreteras que en ocasiones se convierten en caminos llenos de baches. Por ahora esto es lo que menos nos gusta de Colombia: el costo de los peajes y el estado de las carreteras.
Empezó a anochecer y la Zaigua nos empezó a preocupar, en cuanto comenzó el terreno montañoso la furgoneta no tenía ninguna potencia para poder subir, había que poner la primera marcha e incluso así temíamos que en cualquier momento la Zaigua se parara.
Se hizo de noche y la camioneta cada vez iba peor, teníamos que circular con las luces de emergencia para no causar algún accidente. Lo bueno fue que identificamos el problema, el pedal del acelerador había perdido recorrido y no podíamos acelerar adecuadamente. Lo malo es que todavía nos quedaban 50 kilómetros para llegar a Bucaramanga.
El resto del camino fue un suplicio, la Zaigua circulaba bastante bien cuando íbamos en llano o hacia abajo pero cuando nos tocaba subir era un auténtico martirio. Estuvimos mirando algún lugar para estacionarnos y continuar al día siguiente pero no encontramos nada que nos pareciera suficientemente seguro.
Después de 5 horas (2 más de lo normal) llegamos a Bucaramanga y no estacionamos en una gasolinera para pasar la noche. Nos íbamos a quedar justo en frente de la gasolinera pero apareció un hombre y nos dijo que nos metiéramos a la gasolinera, que él nos pagaba el estacionamiento, otro ejemplo de la generosidad colombiana.
Estábamos exhaustos y el celador de la gasolinera nos trajo un mecánico para que tratara de arreglarnos la furgoneta, quizás mejor hoy que mañana. El arreglo no era muy complicado y en un rato consiguió que funcionara como antes. Cuando podamos le tenemos que cambiar la pieza pero por ahora esperemos que nos aguante hasta Bogotá.
Antes de acostarnos el personal de la gasolinera nos invitó a pizza y café ¿tanto se nos notará el cansancio? Mañana exploraremos la ciudad pero por lo pronto esta noche a dormir fresquitos en la Zaigua, que bien se siente el aire de las montañas.
David
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ivan (martes, 15 enero 2013 14:52)
ahora que le paso a la combi tratala bien ella tiene corazon
saludos un habrazo
nestor triana giraldo (martes, 15 enero 2013 20:14)
Bravo chicos, pura vida mae, espero que el heladito que se comieron en Costa Rica, en la fabrica de Helados Pecositas de Juan GUILLERMO,les haya dado fuerzas para seguir adelante en este viaje por suramerica, hay les seguire los pasos, suerte.soy amigo de juan guillermo.
Zaigua (miércoles, 16 enero 2013 07:01)
Iván, ¿cómo estás?, lo que pasa es que una pieza del acelerador tiene holgura y no podemos acelerar bien, por ahora va bien pero tenemos que encontrar una pieza de recambio o rellenar el hueco. El problema es para subir las montañas que nos quedamos sin potencia. Un abrazo y dale saludos a todos los chicos del taller.
Gracias Nestor, el helado nos dió fuerzas pero ahora necesitamos más de esos helados, Andrea los echa bastante de menos...