Desde las ocho de la mañana llegó gente al parque, las puertas no se abren hasta las ocho treinta así que mientras tanto los vimos caminar de un lado a otro viendo el cañón. La Zaigua llama mucho la atención aquí, incluso al subir al teleférico alcanzamos a ver gente tomándose fotografías con ella.
El Parque Chicamocha es un complejo en la cima de una montaña en lo que se dice el segundo cañón más grande del mundo. Las vistas son impresionantes, incluso desde que se va en la carretera se puede apreciar la magnitud del cañón que va acompañado del río Chicamocha.
El Parque es una representación de lo que es el departamento de Santander, Colombia, por ello su diseño arquitectónico, muestras gastronómicas y culturales. Cuenta con varios miradores desde los que se puede apreciar con tranquilidad el vasto cañón. En el pasado, ese lugar era llamado “ventanas” ya que permitía ver hacia un lado y hacia el otro el pasaje del Chicamocha.
Tomamos nuestras cámaras y entramos al parque, eran las 10 en punto, el teleférico no comenzaría la segunda ronda hasta las 11:30am así que tendríamos tiempo para ir al museo Guane. El museo contempla la historia de este pueblo indígena asentado a lo largo del territorio, siempre al lado de algún río; su contacto con los europeos en el siglo XVI, que dejó un cuantioso número de indígenas asesinados. Una de las tácticas de guerra del pueblo Guane de Elmene, y la que más llamó mi atención, fue la de quemar sus pueblos y cultivos para dejar menos posibilidades de aprovisionamiento a los españoles. En el museo se muestran vasijas, lanzas, collares y ejemplos de las deformaciones craneales, además de información y algunos otros objetos.
Terminamos nuestro recorrido en el museo y fuimos a una pequeña cafetería a tomar un tinto. Mientras tomaba mi café, David compró el desayuno. Al terminar nos fuimos hacia donde había que abordar el teleférico, nos topamos con que ya había una muy larga fila de espera, que por suerte avanzó rápido.
Llegó nuestro turno, subimos al teleférico con una pareja y sus tres niños, el inicio del recorrido es una pendiente muy pronunciada que nos hizo gritar a todos. Luego del vértigo del inicio todo es mucho más tranquilo. El teleférico tiene una longitud de 6.5 kilómetros y 39 cabinas que atraviesan el cañón, pasa por encima del río del Chicamocha y llega al otro lado a un lugar más elevado, la estación la Plazuela, se siente el cambio de clima y de presión.
Ahí se puede seguir admirando el paisaje del cañón mientras se espera por el teleférico que va de regreso, hay restaurantes, cafeterías y tiendas de artesanías y suvenires. Tomé otro tinto mientras esperábamos ya que comenzó a darme un poco de frio por el cambio de altura. Cabe mencionar que el café que tomé en dos de las cafeterías fue exquisito y lo disfrute con toda tranquilidad.
El regreso fue igual de impresionante, ir flotando sobre el enorme cañón, ver la carretera como serpiente en las montañas y los vehículos diminutos recorriéndola. El teleférico se detuvo por un minuto, quedamos suspendidos sobre el rio Chicamocha, el viento se colaba por las ventanillas y movía la cabina, la mitad de los que íbamos ahí comenzamos a entrar en pánico mientras David nos describía como sería la caída a cientos de metros de altura. Luego comenzó a andar. Terminamos el recorrido muy satisfechos y con muy buenas fotografías y video.
Además de tomar el teleférico en el parque se puede hacer parapente, canopy, jumping, y buggy track, para los quieren más emoción.
Tuvimos también la oportunidad de ver un espectáculo en una de las plazuelas, un cantante mexicano haciendo una muy buena interpretación de una de las canciones de Vicente Fernández – que tanto se escucha por acá.
Nos quedamos un rato apreciando el paisaje antes de ponernos en marcha de nuevo. Ir al Parque Chicamocha es, en definitiva, una muy linda experiencia.
Regresamos a la carretera camino a San Gil, las curvas y pendientes siguieron todo el camino enroscándose alrededor de las montañas, el aire se sentía algo frío y de vez en cuando se sentía un fuerte olor por los frenos de los tráileres que apenas si podían detenerse en algunas cuestas – más por imprudencia que por la inclinación.
Llegamos a San Gil, nos pasamos de largo – y por accidente – un balneario que está a pocos kilómetros antes de llegar al pueblo, todos dicen que es muy hermoso. Entramos al centro de San Gil, apurados por encontrar comida. La plaza principal tiene al frente la Catedral, en piedra color arena. Se veía mucha gente en las calles, mayormente locales. San Gil es bastante distinto a lo que vimos en Girón: calles empedradas, fachadas en color blanco y con teja oscura; la basílica menor, también frente a su plaza principal, compartía los colores del resto del casco antiguo, blanco. San Gil tiene fachadas en piedra y cantera, la gente va de un lado a otro entre las tiendas, panaderías y cafeterías. Al fondo de las calles se ve una pronunciada subida en escaleras de piedra, muy bellas.
Tanto San Gil como Girón están asentados al lado de un río. En Girón tuvimos la oportunidad de ver desde el puente que cruza el río a hombre pescando con sus manos; entraba al agua y se sumergía alrededor de cuatro minutos, al salir tenia los peces revoloteándole entre las manos, una ocasión incluso sacó uno en la boca. Todo un espectáculo.
En San Gil se siente un ritmo de vida bastante distinto al de Girón, la entrada del pueblo se encuentran varias agencias de deportes extremos, uno de los mayores atractivos de Santander.
Estos dos pueblos que hemos tenido la oportunidad de conocer en los últimos días, son muy diferentes entre sí, pero comparten ese espíritu tan cálido de los colombianos. Girón es un ejemplo de pueblo patrimonio de Colombia, el simple hecho de caminar por sus calles en el casco antiguo es un deleite y cuando uno conoce a su gente, como nos pasó a nosotros con doña Lucila y su familia, dan ganas de quedarse.
En San Gil abundan las cafeterías y le dan al pueblo un toque un tanto bohemio. San Gil es tierra de café, de la hormiga culona y de deportes extremos en hermosos parajes naturales. La hormiga culona es un insecto característico de la región, suele ser capturada en el mes de junio – pero la venden todo el año como alimento-, la hormiga se fríe, según nos dijeron, en su propio aceite. Habrá que probarla, y claro está, apuntarnos a algún deporte extremo para mañana…. A disfrutar de San Gil.
Andrea
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Hilda (viernes, 18 enero 2013 23:16)
Andrea que hermosos lugares estan conociendo, que bien que comparten con nosotros lo que sus ojos ven; simplemente ahora, a través de ustedes
confirmo que viajar es una de las cosas más hermosas que se pueden hacer en esta vida.
¡Disfruten mucho esta aventura!
Zaigua (sábado, 19 enero 2013 13:44)
Hildus habrá que comenzar pronto tu ruta!