Girl's day

Para llegar al centro comercial tuvimos que caminar bastantes cuadras y eso nos sirvió para ver un poco de la zona.  La mayoría de edificios estaban construidos con ladrillo, se veía en su fachada, los arboles altos y viejos dando sombra a las aceras.  Pasamos varios restaurantes, de toda clase, también tiendas y edificios de apartamentos.  La gente caminaba con tranquilidad y cierto desdén.  

Llegamos a Andino, desayuné un cappuccino y una hamburguesa.  Luego me metí a una ‘tienda de cremas’ como las llama David, probé varias y estuve platicando un rato con las chicas que atendían mientras me ponían un tratamiento humectante de ‘muestra’.  Creí que David estaba en una tienda de deportes así que tomé mi tiempo, pero al terminar mi tratamiento y conversación, salí y vi a David sentado en una banca con la cabeza entre las manos…  ‘¿Por qué no entraste a decirme que ya habías vuelto?’ ‘¿Que iba a hacer yo ahí adentro?’.

Salimos del centro comercial, caminamos por la zona, era totalmente diferente a lo que habíamos visto los días anteriores en La Candelaria; acá veíamos marcas por todos lados.  Pasamos al  lado de una peluquería, una de 'las cosas a hacer' era cortarme el cabello así que entramos.  Por suerte tenían revistas de opinión y el periódico, eso entretuvo a David por un rato, aunque terminó platicando con un hombre acerca del proyecto y calidad de cámaras. 

Terminaron con mi cabello después de un buen rato;  mis peluqueros eran dos, uno lo cortó y otro lo peino.  Quien me peino es sordomudo, fue mi primera vez explicando con gestos cómo quería mi cabello, logramos entendernos rápido y a la perfección.  

Salimos del lugar  y vi una tentadora oferta, manicura a COL$ 5,000 –algo así como 2.50 dólares.  No quería que David se volviera loco esperando pero dijo ‘Vamos, si quieres vamos’.

Fuimos.  

Mis manos quedaron listas después de una media hora, era increíble sentirlas tan suaves y ver las uñas perfectamente esmaltadas –color menta.  

David casi se quedó dormido mientras esperaba así que al salir fuimos a comer unas empanadas que él había visto en la calle 85 cerca del cruce con la 15. Resultaron ser el mayor descubrimiento que hemos hecho hasta ahora en empanadas.  El pan estaba crujiente y el relleno de pollo y champiñones se mezclaba en queso fundido, además tenían un guacamole riquísimo –y no extra picoso como suelen hacerlo acá. David comió demasiado, tanto que ya no pudo comer nada más en el día. 

Decidimos olvidarnos del asunto por el resto de la tarde, y ya que era el día de indulgencias compré una hamburguesa y papas para cenar.  Aún nos quedan varios platillos para probar, no podemos irnos de aquí sin probar la bandeja paisa y unas arepas de las que nos hablado muy bien.

Conocimos lo que llaman la zona T, la zona de rumba.  La verdad es que nos gustó mucho el sector y la oferta de lugares que tiene.  Cafeterías, creperías, panaderías, parrillas, pizzerías, hamburgueserías, areperías, bares, etc., etc., etc.

Vimos a Julián y regresamos con él a La Calera, hacía frío de nuevo, se había nublado y parecía que iba  a llover.  Terminamos el día viendo una de las películas que nos prestó Ángela, La pasión de Gabriel, muy recomendable.   Aborda la temática de la guerrilla, el ejército, y la lucha entre ambos, mientras los pueblos quedan en medio del conflicto, terminando inmiscuidos de una u otra forma.

No hemos salido de entre las cobijas,  ahora toca descansar.

 Hoy, fue mi día.

Andrea