¿Quién nos iba a decir que lo primero que haríamos hoy sería subir a uno de los cerros que rodean Bogotá? Ayer cuando llegamos a Bogotá a comprar gas hubo un cambio de planes total, y de que manera. Pasamos la noche en la casa de Juan y su madre, María, en donde nos atendieron estupendamente y esta mañana a las 7:30 los cuatro dimos un paseo de algo más de 7 kilómetros para ver gran parte de la zona norte de la capital. Fue una caminata muy agradable y nos sorprendió que tan cerca de la ciudad existieran lugares llenos de floresta en los que incluso puedes ver como alimentan a los terneros.
Para nuestra suerte hoy era el “Dia sin auto” en Bogotá, desde hace trece años el primer jueves de febrero se celebra este día en el que únicamente pueden circular vehículos de transporte público, oficiales y algunos transportes especiales, los coches particulares no se pueden utilizar. El objetivo es concienciar a la población de que existen otros medios de transporte alternativos que se pueden utilizar en la ciudad y así entre otros beneficios disminuir la contaminación en la capital.
Nosotros apoyamos al 100% esta iniciativa pero justamente hoy necesitábamos llevar la Zaigua al mecánico. Consultamos con un policía de tránsito si nuestra furgoneta podía circular y nos verificó con la centralita que los vehículos con placa extranjera podían transitar. Juan y María estuvieron llamando a diferentes personas para encontrar un mecánico que trabajara con Volkswagen. Jhon del Vespa Club Bogotá, también nos contactó con un mecánico pero no tenía espacio hasta el lunes.
Juan nos dijo que el mecánico de confianza de la familia nos podía echar una mano y nos dirigimos hacia su taller los tres. En el trayecto era evidente la ausencia de los vehículos particulares ya que el tráfico era fluido como no lo habíamos visto antes y las estaciones del Transmilenio estaban abarrotadas.
Llegamos con Juan Manuel, el mecánico, y le explicamos que la camioneta había perdido potencia y estábamos seguros que era algo relacionado con el pedal del acelerador y su correspondiente cable, el carburador estaba en perfectas condiciones. Lo revisamos y efectivamente el pedal se había vuelto a salir de su lugar, necesitábamos repararlo definitivamente. La bisagra que une el pedal al suelo del vehículo estaba muy dañada y decidimos soldarle un refuerzo para que al presionar no se fuera hacia un lado. En lo que nos soldaban la pieza aprovechamos para tensar una banda que últimamente hacia ruido porque estaba destensada y le echamos un vistazo al ventilador que también traía un ruidito y que afortunadamente no resultó ser nada importante
Mientras estábamos en el mecánico llegó el padre de Juan a presentarse con nosotros, Luis Hernando nos invitó a almorzar a su casa y gustosamente aceptamos, solo teníamos que terminar de reparar la Zaigua. Se volvió a colocar el pedal en la posición que debe ir y con la tensión adecuada y todo volvió a la normalidad. Volvíamos a tener potencia y el vehículo no se revolucionaba cuando lo dejábamos en punto muerto ya que el pedal regresaba a su posición original.
Salimos del taller y nos dirigimos hacia la casa de Luis Hernando en donde nos estaba esperando para preparar el almuerzo. Luis Hernando es chef y nos preparó un delicioso arroz oriental acompañado con pierna de cerdo que el mismo había preparado durante horas, exquisito. Al terminar de comer estuvimos un rato charlando mientras nos tomábamos un café y un tequila (desde que salimos de México no habíamos probado tequila) y casi a las 16:00 nos marchamos hacía San Victorino para tratar de comprar una cocina de gasolina. Andrea no estaba muy entusiasmada con la idea pero conseguir propano además de ser caro es complicado de encontrar y con una estufa de gasolina se acabaron ambos problemas.
San Victorino se ubica en el centro de la ciudad y en un día normal con la lluvia que estaba cayendo y a esa hora nos hubiéramos demorado mucho tiempo, sin embargo como apenas había vehículos llegamos muy rápido. En el centro es imposible aparcar en la calle, la única opción es estacionarse en un estacionamiento que normalmente cobran alrededor de COL$90 por minuto, son carísimos. Dejamos la Zaigua y comenzamos a caminar por esta peculiar zona en la que prácticamente se puede encontrar de todo. No nos resultó difícil encontrar una estufa que se ajustaba a nuestras necesidades y decidimos comprarla.
De regreso nos agarró el gran chaparrón y acabamos totalmente empapados. Llegamos a la casa de Juan, nos cambiamos y nos fuimos a juntar con los chicos del Vespa Club Bogotá. Estaban inaugurando un taller y había reunidos unos 40 amantes de las motocicletas Vespa. Jhon nos presentó a gran parte de los asistentes y estuvimos charlando un buen rato contando nuestras “batallitas”, incluso algunos de ellos quisieron cooperar con nuestra causa y nos compraron pegatinas y pulseras de Zaigua Through the Americas. Andrés nos regaló una de sus prendas Pescuezo (a ver si mañana nos da tiempo a recogerla), Jhon Pfeiffer nos animó a que fuéramos a su negocio a lavar la furgoneta… todos muy buena onda. Lo que ocurría es que nuestros planes eran salir de la ciudad mañana pero Jhon González e Izak empezaron a insistir en que nos teníamos que quedar el fin de semana con los chicos del Club Volkswagen D K L para compartir experiencias y arreglar algunas cosillas que tiene la furgoneta. Al principio estábamos seguros de que nos íbamos mañana pero poco a poco nos empezó a gustar la idea y volvimos a cambiar nuestros planes, nos vamos a quedar un par de días más en Bogotá, además de esto se trata nuestro proyecto de conocer gente y convivir con ellos.
Nos regresamos a casa de Juan (tras una fugaz cena) y acabamos de caer rendidos en la cama, hoy ha vuelto a ser un día zaigüero!
David
Escribir comentario
Angela (lunes, 11 febrero 2013 18:12)
Que bien que se la están pasando!!! Muy vacano