Para el día de hoy teníamos muchos planes…. muchos. Ir al centro de Bogotá, ir a la torre más alta de la ciudad, ir al mercado, hacer un teaser para nuestro proyecto con Carlos Mario, – a quien conocimos través de Juan - que muy amablemente nos ayudaría a hacer, llevar la Zaigua a con los chicos del club para que la lavaran, y por último, debíamos dejar todo listo para mañana salir de Bogotá.
Pues, no hicimos nada eso.
Había tres cosas que yo necesitaba desde hace unas tres semanas: unos jeans – los que tengo están en condiciones de los de un niño de seis años (rotos y/o con manchas)- , unas botas-botines-o-zapatos-semi-decentes y protector solar. Ya que mañana dejamos Bogotá hoy era mi última oportunidad para pararme en alguna tienda y buscar lo que necesito. A David no le gustó para nada la idea de ir a un centro comercial en vez de andar paseando por el centro, pero sabía que tenía razón, sería mejor que fuésemos hoy y no postergar más esas compras. Además, olvidé mencionarlo, uno de mis botines tiene un impresionante hoyo en el dedo meñique (mis botines son los únicos zapatos que tengo para clima frio, así que no me los he quitado desde que salimos de la costa), había que solucionarlo
Juan vino con nosotros al centro comercial, lo cual facilitó al menos la llegada, ya que las entradas y salidas a la avenida por la que debíamos transitar son MUY complicadas, y seguro nos hubiésemos perdido.
Antes de entrar a la primera tienda David ya estaba agotado, por suerte Juan estaba más animado – debía encontrar un regalo para su novia – y guiaba a David a un lado u a otro mientras yo me recorría la tienda casi corriendo. No encontré lo que buscaba, y eso mismo sucedió en las siguientes cuatro tiendas.
Es increíblemente difícil – al menos sí para mí - encontrar ropa y zapatos útiles para la vida diaria, y que además se vean bien. La mayoría de los zapatos tenían un tacón que asustaba - muchos de los cuales me hubiese encantado comprarlos si no tuviese que caminar. La búsqueda de botines fue un fracaso, o me montaba en unos altos tacones o terminaba comprando unos de hombre, NO.
Los jeans fueron una tarea más sencilla, aunque me llevó casi tres horas encontrarlos entre los leggings de tela casi transparente o cuero, los pantalones con pedrería y huecos por todas partes y los lisos aburridos – para mi gusto-, fue todo un hallazgo.
David y Juan estaban al borde del delirio, siguiéndome con caras largas y desconcierto cada vez que salía de una tienda para entrar en otra. Por más que traté de convencerlos para que me dejaran sola y se fueran a buscar “cosas de hombres” solo logré que se entretuvieran unos veinte minutos.
Terminamos las compras con mis jeans y sabiendo dónde puedo comprar mi protector solar, aunque mañana tendremos que parar a comprarlo. David casi corrió al estacionamiento, la verdad es que es horrible ir de compras con él – seguro él dice lo mismo de mí.
El resto de la tarde – no quedaba mucho de ella -, David y yo nos dedicamos a preparar la cena. Hicimos pasta y pollo con crema y champiñones mientras veíamos Forest Gump. Juan y su madre cenaron con nosotros, y así terminamos este día tan difícil para los chicos.
Yo ya tengo mis jeans y mi protector solar! JA JA
- Zurciré el hoyo en mi botín…
Andrea
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