Honda es mucho más cálida que Bogotá, esta mañana desde que me levanté sentí el aire caliente y el sol que quemaba. Nos dimos un baño con agua fría – como hace varias semanas no lo hacíamos – y nos alistamos para salir de la estación de bomberos e ir al puente que pasa sobre el río Magdalena a tomar algunas fotos. Honda es conocida como la ciudad de los puentes.
Nos acercamos a la catedral y de ahí pasamos al puente que se movía cada vez que pasaba un camión. Ayer notamos que había agentes de tránsito separando el tráfico para que el puente no se saturara de peso, por lo visto se está debilitando y un exceso podría colapsarlo.
Desde el puente alcanzamos a ver hombres pescando en el río Magdalena, de una forma que no habíamos visto antes. La red es lo que llaman congolo, una maya colgando de una estructura de madera circular, similar a la red que se usa para atrapar mariposas pero mucho más grande.
Para llegar a donde estaban los hombres tuvimos que bajar una larga y pronunciada escalera hasta quedar casi al nivel del río. Nos dijeron que no era un buen día para pescar, el rio venía crecido y eso disminuía por mucho la cantidad de peces que podían ser atrapados debido a las diferentes corrientes.
El hombre con quien hablamos llevaba dos ristras con 24 pescados muy pequeñitos cada una. Cada ristra de 24 la vendía a COL$ 12,000 (poco más de seis dólares). Al regresar, justo al final de la escalera vimos una tienda de pescado; comenzamos a hablar con la chica del lugar sobre el tipo de pescado que vendía, y nos mostró un gran bagre y dijo ‘esto no es nada, los sacan mucho más grandes, como de mi tamaño’ y comenzaron a platicarnos de enormes pescas que han hecho en el lugar, bagres de 36 libras y metro y medio de longitud. David y yo nos quedamos con la boca abierta.
Platicamos unos minutos con ella y otro chico que estaba ahí, querían saber de dónde éramos y qué hacíamos; luego se acercó un hombre que se presentó como “El General”, al saber que queríamos ir a almorzar nos recomendó un lugar que estaba casi al frente.
El restaurante al que nos envió nos dejó impresionados, nos sirvieron un enorme plato de sopa de res y arroz como entrada, después un filete de carne, arroz, ensalada y frijoles, y una jarra de té con limón; todo por COL$ 5,000 cada uno, oséase, poco más de cinco dólares por la comida de ambos.
Salimos complacidos con el lugar y agradecimos al General su recomendación. Lo siguiente sería tomar camino hacia Manizales, en el eje cafetero. David condujo un rato y luego me pasó a mí el volante. El paisaje era impresionante, verde y lleno de plantaciones de café. La carretera era una subida continua, hacia arriba-hacia arriba-hacia arriba, a los lados veíamos los desfiladeros sin fin hacia abajo. Comenzó a llover, de a poco pero constante; la temperatura cambió drásticamente, habíamos vuelto a las montañas. Por suerte no había tráfico ni camiones de carga pesada que obstaculizaran la circulación.
La policía nos detuvo dos veces en el camino, no nos queda claro a qué se deba, ya que en los dos meses que llevamos recorriendo Colombia ha sido hasta dejar Bogotá y comenzar camino al sur que nos han comenzado a detener. Verifican nuestros papeles: licencia de conducir, propiedad del vehículo, pasaportes y seguro, al ver que todo está en orden nos permiten seguir nuestro camino.
El trayecto fue largo pero disfrutable, los paisajes cambiaban constantemente, la lluvia no cesó así que podíamos ver las nubes de cerca y la carretera mojada. Pasamos curva tras curva, así todo el tiempo hasta llegar a Manizales, una ciudad que resultó ser mucho más grande de lo que la esperábamos.
Nos adentramos en la ciudad buscando el centro, por suerte encontramos estacionamiento a pocas cuadras de la catedral. Caminamos por las calles llenas de negocios y restaurantes, entre la gente y sus paraguas. La lluvia seguía. Paramos en una panadería a comprar una rebanada de pizza y un café con leche – el cual llamaron “pintado”. Terminamos nuestra cena y regresamos a la Zaigua para ir a buscar la estación de bomberos.
Al igual que en Honda, los bomberos nos recibieron con entusiasmo y mucha disponibilidad. Apenas explicamos que estábamos en busca de un lugar para estacionar y pasar la noche, nos indicaron donde poner la Zaigua y además nos dijeron que si necesitábamos algo fuésemos al centro comercial que está al frente. Así lo hicimos, estacionamos la casa y nos fuimos a caminar al centro comercial.
Ahora al regresar seguimos platicando con el bombero Acosta, que nos ha hablado de la zona y le hemos platicado de nuestro recorrido.
La noche se siente fresca y la lluvia parece ser un constante en la zona, estamos felices de tener ventana nueva, bien sellada y sin goteras!
Andrea
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gildarevalo@hotmail.com (miércoles, 13 febrero 2013 12:52)
traten de ir a una finca cafetera es muy linda y les muestran todo sobre el cafe, tambien esta el parque del cafe, y otros parques muy lindos, buen viaje
Alejandra Valencia (miércoles, 13 febrero 2013 18:45)
Hola, que bueno que siguen conociendo. Quisiera saber algo, desde Bogotá al eje cafetero hay dos rutas, cuáles fueron las razones por las que escogieron la ruta Bogtá Manizales? Chao
Alejandra Valencia (miércoles, 13 febrero 2013 18:53)
http://www.viajaporcolombia.com/mapas-viales/cali-bogota/10.html
Zaigua (miércoles, 13 febrero 2013 18:54)
Gilda gracias por el consejo, ojala nos de tiempo a visitar lo que nos recomiendas. Una abrazo
Hola Alejandra, elegimos esa ruta porque nos comentaron que el paisaje era más impresionante por este camino. Aunque el trayecto es largo creemos que merece la pena, las vistas son espectaculares.
Juan Fernandez (jueves, 14 febrero 2013)
Hola Jovenes,que bien lo Han hecho hasta ahora ,esperamos que visiten Medellin porque es "Imprescindible ",saludos
Zaigua (jueves, 14 febrero 2013 07:26)
Juan, nos tememos que por falta de tiempo vamos a tener que dejar Medellín para el regreso...