Ayer, por primera vez desde que llegamos la casa de Yola se quedó prácticamente sola: estábamos ella, David, yo e Ítalo un chico chileno que llegó ayer y casi no hemos visto. El resto estaban ya en la ruta. A media mañana convencí a David de ir a la playa, por última vez ahí en Máncora. Al regresar nos dimos cuenta de que ya no éramos los únicos en la casa, habían llegado tres chicos de la República Checa.
Por la noche ellos se encargaron de la cena, lo cual nos vino de maravilla porque ya estamos aburridos de nuestra propia comida. Los tres resultaron ser bastante agradables y su comida muy buena.
Hoy después de dos semanas aquí en Máncora – que se fueron volando! - , nos toca continuar la ruta hacia el sur. Dejar la casa de Yola se siente extraño, uno se acostumbra rápido a los lugares en que se siente cómodo, y qué decir de Yola….
Yola es una mujer ejemplar, no solo por lo que hace con su casa: un refugio para mochileros/viajeros con poco presupuesto, sino también por las ganas que tiene de vivir aprendiendo, conociendo, compartiendo y disfrutando, por la confianza que transmite desde que la conoces y por lo protectora que se vuelve con cada uno de los que tocamos a su puerta. Es una mujer franca y sencilla, y de esa manera se maneja, sin complicaciones.
Durante la mañana David re-organizó la camioneta, porque la teníamos hecho un desastre, mientras, yo trataba de terminar el video que estamos haciendo de la casa. Para desayunar compramos pastelitos del tesoro de panadería que encontramos cerca de la casa, Don Carlos se llama el lugar; es ahí donde nos hemos deleitado todos estos días con pasteles de chocolate, hojaldres con manjar blanco (dulce de leche/arequipe/cajeta), y pies de manzana. Vaya que vamos a extrañar esa panadería, igual que como extrañamos aquella de La Calera en Colombia.
Dijimos hasta luego a Yola, con la esperanza de reencontrarnos con ella en Lima por ahí del 20 de este mes. Recibimos noticias de que Ile, Gonza y Andrés estaban por Montañita, Ecuador; los colombianos optaron por no pedalear los más de 1000km de desierto que hay de Máncora hasta Lima y se fueron directo a la capital pidiendo “raid”… suponemos, el caso es que ya están allá. Ahora nos tocó a nosotros ponernos en camino para cruzar ese desierto.
Yola nos despidió con la sonrisa que nos recibió. Y el camino nos recibió con el sol que nos despidió. Antes de salir de Máncora hicimos una pequeña parada en el camión de los helados que está en el malecón, del que me hice cliente asidua, no podíamos irnos sin comprar un último helado de guanábana.
Helado en mano - o mejor dicho en boca -, pusimos a la Zaigua en marcha. Nuestro destino del día era un lugar en medio de la nada llamado Lobitos, una playa de la que solo hemos escuchado dos cosas: ahí no hay nada y es una playa para surf.
Salimos de la panamericana y entramos a un camino de terracería de unos 11km. Todo el camino se ven bombas de extracción en la tierra y letreros de petroleras. Después de un rato que pareció eterno llegamos a un pequeño poblado, no había gente en la calle excepto una niña que nos indicó donde estaba la playa. Habíamos llegado a Lobitos, suponemos que solo viven ahí los surfers que van por temporadas y las familias de los obreros de las petroleras.
Nos acercamos a la playa desde una colina de donde pudimos ver lo bonita que era. El agua color turquesa, el sol fuerte y solo unas cuantas personas. A una larga distancia frente a la playa hay complejos de cabañas para los surfistas, probablemente esa distancia se acorte cuando la marea sube, pero hoy parecía muy grande.
Estacionamos la Zaigua y fuimos a dar un paseo por la playa. Hacía bastante frío, el aire se sentía helado, la arena estaba como mojada y dura, y las olas altas haciendo un estruendo cada vez que reventaban. La temperatura de aquí es totalmente diferente a la de Máncora, y la gente también, por lo visto aquí la mayoría son surfers semi-profesionales o profesionales, y lo fotógrafos igual, nuestra cámara es un bebé comparada con los monstruos de largo alcance que hay aquí alrededor.
Pasamos una tarde sumamente tranquila, hay mucho silencio por acá. Mañana nos tocará adentrarnos un tanto más en Perú, por lo pronto hemos hecho un buen descubrimiento con playa Lobitos.
Andrea
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amelia (lunes, 10 junio 2013 14:31)
me da mucho gusto que les vaya tan bien que se encuentren gente con tan buena alma y que siguen avanzando.
VICTORIA JOHNSON (martes, 05 abril 2022 06:52)
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