Salimos de Sucre hacia Potosí, uno de los últimos lugares que visitaremos durante nuestra estadía en Bolivia. Antes de partir pasamos una vez más a las oficinas de Biblioworks para despedirnos del staff que tanto nos ayudó. Además fuimos a Canal 4 a recoger una copia de la entrevista que nos hicieron para la televisión boliviana.
Esperábamos hacer unas tres horas de camino hasta Potosí, debíamos tener cuidado con los congelamientos en la carretera ya que los últimos días se han registrado fuertes nevadas en la región. Llegamos en dos horas, por suerte no había nevado en nuestro trayecto y la pista estaba en condiciones normales.
En esas dos horas, recorrimos alrededor de 160 kilómetros y vimos 49 perros –que alcanzara a contar- al lado de la carretera. Una cifra bastante alta ¿no? Sorprendente, aún más cuando se toma en cuenta que de esos 160km el 90% esta despoblado y las temperaturas son notablemente frías. Cuando estábamos en Perú abordé este tema porque me pareció increíble la cantidad de perros que había al lado de la carretera en lugares con temperaturas bajísimas, lo más curiosos es que todos se echan al lado del camino viendo directamente a los coches, como si esperaran algo.
Valeria, a quien conocimos en La Paz, nos dijo que lo normal era llevar pan para lanzar a esos perros cuando se viaja. Y que en Bolivia es algo muy común. “Entonces eso es lo que están esperando, comida, porque la gente les lanza desde los autos” reaccionamos David y yo.
Aun así, no me explico qué hace esa cantidad de perros en sitios en los que apenas se oculta el sol el frío es tremendo. No se ven maltrechos, parecen canes ordinarios, ni flacos ni gordos; los hay de todos tipos: pequeños, grandes, peludos o con pelo al ras, de todos colores… A veces están en parejas, aunque la mayor parte del tiempo están solos. Muy de vez en cuando se les ve de pie, la mayor parte del tiempo la pasan echados con las patas delanteras cruzadas, una pose bastante graciosa. Algunos otros se adelantan a los hechos y toman una postura de “atrapar” lo que sea que vayas a lanzarles desde el carro.
Es triste ver tan alta cantidad de perros abandonados en la carretera, 49 fueron los que conté esta vez, aunque estoy segura que se me escaparon varios porque me distraje leyendo un cuarto del tiempo del viaje. Digo triste porque son animales que seguramente pasan sus vidas solos, a pesar de ser de naturaleza gregaria, familiar y amigable. Quizá se encuentren de vez en cuando con algún humano que poco caso les ha de hacer o algún otro perro con quien hacerse compañía.
Nosotros al igual que la mayoría de los transeúntes seguimos nuestro camino sin hacer nada por esos perros…. Lo único que me queda hacer es escribir acerca de ello, lo primero es darnos cuenta de que eso es una problemática que afecta a cientos de perros –tomando en cuenta los que nosotros hemos visto desde Perú- que se ven expuestos a temperaturas en las que incluso las alpacas tienen frío, falta de agua y alimento, además de compañía…
Llegamos a Potosí e inmediatamente nos perdimos, las calles y semáforos no tienen nombre así que nos era imposible ubicarnos. Preguntando a algunas personas dimos con el centro, ahí las calles si tienen nombre, no muy visible pero lo tienen, y eso facilita bastante las cosas. Para nuestra suerte llegamos justo en la hora pico, todos estaban saliendo de sus trabajos/escuelas y las calles estaban muy congestionadas. Llegamos a la plaza principal y salimos a pasear y a conocer el área.
La temperatura es muy baja y el aire corre helado, frente a nosotros hay una mujer gritando que “¡las computadoras son malas, hay que exterminarlas, debemos ahorcar al tirano!” ha estado repitiendo lo mismo desde que llegamos aquí… ni el frío, ni la falta de audiencia la detiene.
Ahora vamos a investigar dónde pasaremos la noche y dónde puedo tomar un café para disminuir este frío!
Andrea
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