En cuanto nos levantamos y fuimos a desayunar, nos dimos cuenta que el segundo día de la festividad de Ch’utillos tendría otro ambiente, se veía mucha más gente, tanto nacionales como extranjeros. Al ser sábado, la celebración había atraído a devotos y turistas de todo Bolivia con los que disfrutaríamos nuestro segundo día de fiesta.
Pasadas las 14:00 nos fuimos a deleitarnos con el espectáculo. Según el programa iban a desfilar 45 cofradías provenientes de diferentes lugares del país, si ayer nos embelesamos con las danzas propias de Potosí, hoy era el turno del resto de las danzas folklóricas de Bolivia.
Ya conocíamos el recorrido y decidimos pasar un rato en una de las calles principales y el resto del día en el Campo de Marte, una explanada militar donde los danzantes tenían más espacio para demostrar sus habilidades.
En la calle se vivía un ambiente espectacular, la gente abarrotaba con sus sillas las aceras, no había ni un solo espacio para sentarse. Todos, desde los más pequeños hasta los más grandes, disfrutaban con las diferentes cofradías. Chutillos es una festividad del pueblo y para el pueblo, salvo en un pequeño tramo, en el resto del recorrido no hay ninguna barrera que separe a los danzantes del público y constantemente todos se mezclan entre sí. Los bailarines sacan a los espectadores a que se unan a sus bailes (a nosotros nos tocó en varias ocasiones) y los asistentes salen a ofrecer bebida a los danzantes y tomarse fotos con ellos.
Poco a poco iban desfilando las cofradías, algunas danzas como la Morenada o los Caporales ya los conocíamos de nuestra visita en la Urkupiña. La Morenada se caracteriza por los aparatosos disfraces que llevan los hombres simulando a los negros introducidos en el país durante la colonia. Es un baile que representa la esclavitud en el donde el caporal (capataz) vigila a los esclavos. El Caporal es una danza inspirada en otra danza afro boliviana que se identifica por los cascabeles que llevan los hombres en las piernas y los vistosos vestidos de los bailarines. Es muy alegre y dinámica, una de las cofradías de Caporales estaba compuesta por más de 300 miembros si no contamos mal.
Otras danzas fueron nuevas para nosotros como los WacaTokoris que satirizan las corridas de toros durante la época colonial. A lo largo del día seguimos observando la riqueza cultural de Bolivia a través de sus bailes: Potolos (representando el acarreamiento del agua y proceso de enamoramiento), Tobas (con vistosos trajes de plumas), Llameradas (caracterizando a los pastores de camélidos), Negritos (simulando a los esclavos traídos para trabajar en las minas), Suri Sikuri, etc. Cada vez que veíamos una nos parecía más espectacular que la anterior.
El clima había sido bastante benévolo con todos los asistentes y estuvimos en el Campo de Marte hasta bien entrada la noche. Queríamos ver bailar a Shirley, la novia de Pablo uno de nuestros amigos de Cochabamba, pero en cuanto nos enteramos que su cofradía era la última y no llegarían hasta la madrugada decidimos que mejor nos retirábamos a descansar.
El frío ya estaba haciendo efecto en nuestros cuerpos y decidimos probar una bebida de canela que muchas personas estaban tomando. Nos llamó la atención que algunos de ellos tenían serios síntomas de embriaguez, ¿qué estarían tomando? Era simplemente te de canela caliente con “surprise”, el ingrediente secreto era alcohol prácticamente puro, del que se encuentra en las farmacias, aunque el envase dice que es potable?
Vamos a arroparnos en la Zaigua con el zumbido de los tambores y las trompetas todavía en nuestra cabeza, hemos disfrutado mucho de esta festividad tan boliviana, ahora vamos a ver si mañana no amanecemos ciegos por ese “canelazo”…
David
Escribir comentario