A Pan de Azúcar

Hemos dejado ya Taltal, después de cinco días –y pensar que solo llegamos a pedir indicaciones…  Nos fuimos con más amigos que con los que llegamos, y ojalá, podamos volver a verlos en el futuro.  

Esta tarde después de tomar un café con Tello e ir a la biblioteca, fuimos a almorzar con Ryan, Sara Kat y Tello a un restaurante –que solía ser el club social de antaño-,  mientras comíamos un chico tocaba el piano al fondo del amplio lugar.  Sumamente agradable, parecía que habíamos regresado en el tiempo cien años atrás.

Después del almuerzo vino la despedida, que como siempre, es la parte que menos nos gusta. Dentro de poco a Ryan, Sara y Kat les tocará también emprender sus respectivos caminos, Sara y Ryan hacia el norte y Kat hacia el sur.  Y quién sabe, quizá en el futuro nuestros caminos se crucen de nuevo.

Luego vino la carretera…

Luego de unas dos horas de camino estábamos llegando a un sitio muy dulce: Pan de Azúcar –me encanta su nombre-, una reserva natral en la costa.  Apenas llegamos un chico alemán se acercó a hablar con nosotros, más tarde estábamos tomando pisco con él y su novia frete a su tienda de campaña.

Pasamos un buen rato charlando con ellos, que también son viajeros… es curioso como cada quien tiene su historia e historias que contar a cerca de los sitios que ha pisado, de las comidas que ha probado y la gente que ha conocido.  También hablamos de nuestras casas, nuestros hermanos o hermanas en mi caso, de nuestros padres y de lo lejos que estamos de ellos… Y de cómo llegamos a este punto en el que nos hemos conocido.