El Valle del Elqui

La Zaigua dice que no se mueve de Coquimbo y no se mueve.

Ayer por la noche estuvimos celebrando la graduación de Andrés, hijo de unos amigos de la familia Alcayaga. Como no podía ser de otra manera en la celebración no faltó un asado y vino y pisco. Pasamos una velada muy agradable hasta bien entrada la mañana contando nuestras historias de la carretera y bromeando sobre el estado actual de la Zaigua. Lo malo es que esta mañana la Zaigua no estaba para bromas.

A primera hora Manuel, el mecánico que nos recomendaron desde el club VW Kleinbus, vino hasta la casa con toda la actitud de arrancarla en unos minutos y después de varias horas de trabajo la Zaigua quedó igual. Le cambiamos las bujías, el rotor, le ajustamos el tiempo, revisamos la bomba de la gasolina, sacamos el carburador para limpiarlo, etc. y nada de nada. Había chispa en el motor y le llegaba combustible al carburador pero el mayor logro fue encenderla un par de veces y a los pocos segundos se apagaba. Después de muchos intentos para arrancar la combi, nos quedamos sin batería y ya no había nada que hacer por hoy. Manuel no tiene espacio en su taller hasta el martes, así que no nos queda que otra que esperar y ojalá que el martes la Zaigua quede lista.

Nuestra idea para hoy una vez que la furgoneta estuviera arreglada, era continuar la ruta hasta el Valle del Elqui para conocer esta región productora de una de las bebidas más apreciadas en Chile: el Pisco. De nuevo la familia nos volvió a sorprender, nos metieron en su vehículo y nos fuimos a conocer el valle.

De camino a Vicuña, la ciudad más grande del Valle, vimos kilómetros y kilómetros de viñedos. Aquí anualmente se elaboran miles de litros de pisco para hacerse unos buenos “piscolas” o simplemente saborear el pisco al natural. Este valle también se caracteriza por su producción de frutas, en especial la papaya; ser un lugar único en el mundo para observar las estrellas en sus observatorios astronómicos; ser la cuna de la premio Nobel Gabriela Mistral; y según cuenta mucha gente, tratar de ver los ovnis que llegan aquí atraídos por una extraña energía.

En Vicuña paramos un buen rato para pasear por su plaza de armas, ver artesanías y probar sus conocidos helados. Al atardecer, continuamos camino por el valle pasando por Rivadavia, Paihuano y Monte Grande hasta llegar a Pisco Elqui. Los viñedos nos volvieron a rodear en todo el trayecto y cada localidad nos parecía más pintoresca que la anterior. En Pisco Elqui conocimos su plaza principal y regresamos hasta Coquimbo.

Ha sido un día un poco agridulce, felices por estar junto a la familia Alcayaga que nos hace sentir como uno más, pero preocupados por la situación de la Zaigua. Pero bueno de nuevo todo se arregla de la misma manera en esta casa, da igual que sea medianoche, la cocina vibra de actividad y huele a que algo rico se está preparando, ya mañana será otro día…

David