Hay días en los que uno prefiere quedarse en la cama al pensar en todo lo que hay que hacer durante el día, llamar enfermo al trabajo y quedarte a descansar, sin embargo en la vida Zaigua no hay muchos descansos.
Anoche nos juntamos con nuestros anfitriones, Jon y Ale que tan amablemente nos han hospedado en su casa durante los últimos días, la novia de Jon, María, y Agustín nuestro amigo chileno que conocimos hace un año y medio en Guadalajara y compartimos una agradable velada hasta bien tarde. A las 3:00 ya estábamos arriba organizando las últimas cosas para ir hasta el aeropuerto ya que Andrea se marchaba a pasar las Navidades a México. De nuevo la Zaigua estuvo dando problemas y con suerte pudimos llegar al aeropuerto y todo salió bien. Fue una despedida muy triste pero solo van a ser unas semanas y la primera semana de Enero ya estará otra vez de regreso.
Al salir del aeropuerto me fui directamente con don Luis, un mecánico especializado en Volkswagen que nos recomendaron desde el grupo Kleinbus para arreglar de una vez por todas la Zaigua. Me pasé prácticamente todo el día en el taller y volvimos a revisar el motor poniendo el punto en su lugar correcto y volviendo a revisar que nada fallara en el futuro. También aprovechamos a engrasar la dirección y la caja de cambios que hacía mucho tiempo que no la engrasábamos. Lo malo fue que descubrimos que el motor de los limpiaparabrisas se quemó y para arreglarlo necesitamos un buen eléctrico que pueda desmontar todo el panel delantero, un chaperón que no me da tiempo a solucionar en Chile ya que a más tardar el viernes tengo que estar en Argentina con la Zaigua porque se nos vence nuestro visado chileno. Tampoco pude reparar la rueda de repuesto, algo que tengo que hacer mañana sin falta antes de ponerme otra vez en ruta.
Ha sido un día agotador y me voy a dormir que mañana todavía hay bastantes cosas pendientes y necesito estar descansado, mañana será otro día.
David
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