Hoy después de un mes y medio para mí, y dos meses y medio para David, tuvimos que despedirnos de Uspallata y los buenos amigos que dejamos en el pueblo.
Fue difícil decir adiós a tantas personas con quienes hemos compartido cosas lindas, bromas, comidas, ratos no tan buenos, paseos y muchos días. Pero también es emocionante regresar a la ruta. Nuestra próxima parada sería en ciudad Mendoza, para por fin conocer esa ciudad que me ha intrigado desde hace años.
Nuestra estancia en Mendoza, no podía comenzar de una mejor manera, visitando una bodega de vinos: Ruca Malén. Nos esperaba Carolina Macaya, directora de relaciones públicas de la bodega, para darnos un recorrido por las instalaciones y explicarnos que es lo que hace de Ruca Malén un sitio de excelentes vinos y una atmosfera idónea para disfrutar de un día en los viñedos.
Descubrimos que el proceso del vino es bastante más complejo de lo que imaginábamos y cada detalle es de suma importancia. El primer detalle es la calidad del suelo, que en el caso de Mendoza, y específicamente de Lujan de Cuyo en donde se encuentra la bodega, dan para un excelente Malbec.
Ruca Malén, que en lengua mapuche significa “La casa de la joven”, nace en 1998 cuando Jean Pierre Thibaud y Jaques Louis de Montalemberd comparten su deseo de tener una bodega vinícola en Mendoza. Ruca Malén elaboró sus primeros vinos con la cosecha de 1999 y así dio inicio una tradición de vinos elegantes y de alta calidad.
Otro detalle importante es el riego, el viento y la climatología en general. El granizo que cae en la zona daña gravemente las cosechas, pero para evitarlo, el gobierno da baños de partículas de plata a las nubes para desintegrar el hielo y convertirlo en lluvia.
Luego de explicarnos las condiciones climáticas, pasamos a las bodegas. El almacenamiento y añejamiento del vino es parte primordial del aroma afrutado y fresco, el sabor y el cuerpo que tendrá el vino una vez listo. Las barricas de roble –traídas principalmente desde Francia- tienen un periodo de vida útil de unos tres años. Después la barrica pierde todos los aportes que puede hacer a la bebida y se impregna de vino.
Tuvimos una sesión de cata de los vinos: Yauquén –que en mapuche alude al “rito de compartir”, Kinién –que se refiere “al único”- y por supuesto Ruca Malén. Mientras los probamos, Carolina nos indicó qué alimentos son los más apropiados para para acompañar cada vino. Fue un deleite…
Este año Ruca Malén recibió el galardón como “mejor experiencia en restaurante de bodega del mundo” cuya cocina –que se inauguró en 2004- se planea a partir de los vinos, manteniendo el menú sencillo y apegado a lo que comen los mendocinos.
Terminamos la visita llevándonos a casa –a la Zaigua- nuestra botella de vino Ruca Malén Syrah, que más tarde disfrutamos con nuestros amigos mendocinos Javi y Mey.
Fue una tarde muy calurosa pero eso no evitó que la disfrutáramos al máximo en la finca.
Andrea
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