¿Quién no quisiera despertar frente a un hermoso lago, rodeado de pinos y montañas? Al menos a mí me suena muy bien, y por suerte pudimos hacerlo.
Ayer y hoy hemos recobrado algo de tranquilidad que anhelábamos, con la Zaigua frente a un bellísimo lago, sintiendo el viento fresco que se filtraba por los pinos; sin tráfico, sin gente, sin ruido, sin prisas…
Nos gustó tanto el sitio al que llegamos ayer –lago Villarino- que nos quedamos ahí hasta media tarde después de almorzar, lavar ropa y dar una caminata, y hay que decir que disfrutamos cada momento
Seguimos por la ruta de los 7 Lagos, que es hermosa y pacífica, mucho más bella de lo que imaginábamos. Llegamos al lago Espejo Chico y Lago Espejo, para conocerlos y nos dimos cuenta que tienen mucha más gente que Lago Villarino, y aunque nos hubiese encantado quedarnos debíamos seguir camino.
Hoy pasamos la frontera de regreso a Chile, el único país al que entramos –hasta ahora- por segunda vez durante el recorrido. Antes de eso llegamos a Villa la Angostura, un pueblito pintoresco sumamente enfocado al turista: muestra de ello son las muchísimas tiendas que bordean la calle principal.
Pasamos ahí poco rato ya que nos informaron, por casualidad – a las 7:00pm- que la frontera con Chile cerraba a las 8:00pm. Salimos del pueblo cuanto antes y nos pusimos en marcha hacia el puesto fronterizo Peyehué que lleva a Osorno, que se encuentra a unos 40km de distancia desde Villa la Angostura.
A pesar de que llegamos después de las 20:00 la frontera seguía abierta y nos recibieron al igual que a unas 50 personas que seguían ahí haciendo trámites de última hora, para entrar o salir de Argentina. A pesar de que las filas eran largas no se perdía demasiado tiempo en ellas.
Lo primero fue sellar nuestra salida del país en Migración, luego pasamos a Aduanas que se encuentra en el mismo edificio, para dar de baja el permiso de la camioneta. El oficial aduanero que nos atendió estaba de mal humor, o simplemente era bastante amargado, porque se comportó muy déspota con nosotros y no respondió a ninguna de las preguntas que le hicimos acerca de nuestro regreso a Argentina.
Entre proceso y proceso –migración, aduana- un oficial le pidió a David que abriera la camioneta para una revisión. Nos pareció extraño ya que aún no hacíamos el trámite aduanero, pero al fin y al cabo fue algo que nos ahorró tiempo más tarde. Un perro entró a la Zaigua, olfateó por todos lados y bajó de nuevo; el oficial hizo las preguntas usuales y luego de un rato dejó de insistir y se dio cuenta de que simplemente era una camioneta muy desordenada.
Una vez realizado el proceso de baja del permiso para la Zaigua, salimos con muchísimo apuro rumbo a la frontera con Chile, ya que no sabíamos si aquella también permanecería abierta. Tuvimos la enorme suerte de que a pesar de que también se supone que suspenden actividades a las 20:00, aún seguía abierta y por lo visto nos estaban esperando, ya que fuimos los últimos en llegar al lugar.
Los chilenos, al igual que la vez pasada, nos recibieron de buena gana. El trámite fue rápido ya que no había nadie más que nosotros. Sellamos el ingreso al país –nos dieron 90 días de estadía-, luego hicimos los trámites de la camioneta y pasamos a la revisión, que terminó en una charla con los oficiales acerca de nuestro viaje.
Salimos de la frontera agotados, el camino rumbo al primer pueblo es muy oscuro ya que no está iluminado y hay muchos árboles que impiden que pase la luz. Lo bueno es que la carretera está en muy buenas condiciones, así que no hubo problema.
Por fin, luego de un buen rato llegamos a un pequeño pueblito en el que paramos por lo avanzada de la noche, aquí nos quedaremos y mañana continuaremos nuestro camino rumbo a Osorno, donde intentaremos comprar una laptop con el dinero con que nos han apoyado para poder seguir trabajando.
Hoy no dormiremos frente a un lago, pero al menos si en un lugar tranquilo y con mucho cansancio encima, y ¿quién lo diría? En otro país!
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