El Chaltén

Por fin llegamos a El Chaltén, después del tremendo camino que nos echamos ayer y de algunas horas más de conducir hoy.  A pesar de que hoy manejamos menos que ayer y que antier, estábamos ya muy cansados así que optamos por detenernos unos cuantos kilómetros antes del pueblo, y nos dirigimos hacia el lago Viedma para hacer el almuerzo allá. Nos estiramos y nos relajamos un poco, lejos de la carretera… Podíamos ver las impresionantes vistas de la cordillera tupida de nieve y la lengua del glaciar Viedma –hoy ha sido la primera vez en mi vida que veo un glaciar y era hermoso.

Luego de comer y más tranquilos nos dirigimos a El Chaltén, la capital de trekking en Argentina. Nos  recibió la lluvia en el pequeño pueblo a pie del famoso cerro Fitz Roy, al que se denomina el “pueblo más joven de Argentina”, fundado en 1985 dentro del Parque Nacional los Glaciares.

La primera parada la hicimos en las oficinas de Parques Nacionales y ahí nos dieron toda la información relacionada con las montañas: cuándo y dónde hacer trekking, detalles del clima, ubicación de los cerros y rutas, flora y fauna del área, y restricciones.  Una introducción muy útil y completa al lugar.

Hoy por la hora y las condiciones del clima era imposible hacer una caminata, así que optamos por conocer el pueblo –de apenas unos 1,500 habitantes- e informarnos más acerca de lo que se puede hacer para visitar los glaciares.

Hay también un sitio de información acerca del pueblo, turoperadores, hostales y restaurantes, al cual legamos a preguntar algunos detalles más.

Nos informaron que en el pueblo hay una sola agencia que hace viajes en bote al Glaciar Viedma, el más grande de Sudamérica; tratamos de ponernos en contacto con el gerente pero por ser fin de semana eso no fue posible, así que descartamos el paseo.  Probablemente mañana veamos por tierra el Glaciar Piedras Blancas, al cual se llega haciendo un trekking.

La lluvia, aunque ligera, no cesó durante el resto del día. Fuimos a una cafetería a tomar un café y conectarnos a internet un rato y ahí estuvimos hasta el atardecer.

El chico de Parques Naciones nos mencionó que las casas rodantes tienen su lugar a la salida del pueblo hacia la cordillera. Ya que el pueblo es tan pequeño, basta pasar algunas cuadras para ya estar a las afueras. Nos gustó el sitio: tranquilo, junto a las montañas y espacioso.

Ahora prepararemos la cena bajo la lluvia y con bastante frio. Contentos por el día que nos espera mañana.

Andrea