En cuanto al tsunami que podía haber llegado a Punta Arenas no vimos ni rastro pero hoy la Zaigua casi nos queda varados en medio de la carretera.
Durante la mañana estuvimos un rato con Eñaut y Eneko en su universidad y luego dimos un mini-tour por la ciudad, no nos podíamos ir habiendo conocido solo la zona franca en Punta Arenas.
Como no habíamos desayunado comenzamos por llenar la panza y que mejor lugar que dirigirnos a la mejor picada de Chile en el 2012, el Kiosko Roca. Este lugar me recordó mucho a mis bares favoritos en España, buena comida a un precio económico y con ambiente de barrio. La especialidad es el choripán o el choriqueso con leche de plátano, no sé cómo estaría la leche con plátano (Andrea dice que muy buena) pero solo comiendo el choriqueso se entiende porque le otorgaron a este establecimiento el galardón de mejor picada de Chile, delicioso.
En el centro de la ciudad se encuentra la plaza Muñoz Gamero rodeada de edificios históricos que aún conservan el nombre de sus propietarios originales, pioneros en Punta Arenas como Alejandro Menéndez, José Montes y Juan Blanchard entre otros. Cabe destacar el palacio Sara Braun, una de las mansiones más características de la ciudad y declarado monumento nacional.
En medio de la plaza se encuentra el monumento a Magallanes. Dice la tradición que quien besa el pie del indio volverá a la Patagonia y como todavía nos quedan muchos lugares por visitar en la región (entre ellas las Torres del Paine) le di su beso correspondiente.
Nos hubiera gustado visitar el museo Salesiano para conocer más sobre los nativos patagónicos y los inmigrantes europeos; o recorrer el cementerio local, según dicen el más bello de Chile, pero ya teníamos que marcharnos si no queríamos llegar de noche a Río Gallegos.
Tomamos la ruta 9 y luego la 255, siempre bordeando el Estrecho de Magallanes, y todo iba bien hasta que a unos 80 kilómetros de la frontera con Argentina, la Zaigua empezó a hacer ruidos raros. Primero una rueda, luego otra y a continuación el motor, parecía que la Zaigua se iba a deshacer en cualquier momento. Lo peor es que el motor perdió potencia y sonaba como si estuviera trabajando por encima de las revoluciones apropiadas.
Poco a poco pudimos llegar hasta el Paso de Integración Austral y sellar nuestra salida de Chile y entrada a Argentina. Un proceso rápido y sin ninguna dificultad, claro que con todas las veces que hemos tenido que hacer este trámite en los últimos 10 días ahora nos parece muy sencillo. Nos llamó la atención los zorros que se encontraban a las afueras de las instalaciones esperando a que los transeúntes les arrojaran comida, muy mal hábito que perjudica la fauna local.
Salimos del puesto de control y de nuevo a velocidad de tortuga reumática nos pusimos en camino hacia Río Gallegos. La noche se nos echó encima pero por suerte pudimos llegar a la capital de la provincia de Santa Cruz. Acabamos de estacionarnos en una gasolinera para dormir y ahora a descansar que mañana nos espera un día largo. Ojalá que no tengamos nada grave en el motor pero no me gusta como suena.
David
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