¿Has visto ese documental en el que las orcas atacan a los lobos marinos en la playa? Pues hoy tuvimos la fortuna de observar en vivo este espectáculo de la naturaleza.
Ayer, la noche se nos vino encima y al final acabamos durmiendo en el Istmo Ameghino en el Centro de Visitantes del Área Natural Península Valdés con el permiso de los guardafaunas. No pudimos haber dormido en mejor lugar ya que esta mañana lo primero que hicimos fue empaparnos sobre la historia de la península y que lugares podíamos visitar dadas las condiciones climáticas.
El Centro de Visitantes (totalmente habilitado para personas con discapacidades físicas) se divide en cuatro salas informativas. En la Sala del Hombre de Valdés aprendimos la historia de la península; desde la vida cotidiana de los nativos originarios hasta el boom de la explotación ganadera y de la sal pasando por la colonización española.
En la Sala de Flora y Fauna Continental entendimos como la vegetación y animales se han adaptado a un clima tan árido con escasas lluvias y fuerte viento. Se muestran fotografías de animales que hemos visto durante nuestro recorrido patagónico como el guanaco, la liebre europea o la martinica. A continuación recorrimos la Sala de Geología histórica que expone aspectos geológicos y paleontológicos de la península.
Pasamos a las Salas de Flora y Fauna Costera y Marina, nuestro objetivo para el día de hoy. Leímos sobre el comportamiento, reproducción y vida de la ballena franca austral, los lobos marinos, pingüinos de Magallanes, elefantes marinos y las orcas, toda fauna que se puede encontrar en la costa de la península. La gran mayoría de los pingüinos ya han comenzado su migración y a las ballenas australes todavía le faltan un par de meses para aparecer por estas aguas y criar a sus ballenatos; sin embargo sí llegamos en la época adecuada para observar las orcas que se acercan hasta las loberas para tratar de capturar algún ejemplar joven de lobo marino mediante la táctica del varamiento intencional.
El varamiento intencional es una técnica de caza reservada únicamente para los ejemplares con mayor experiencia ya que requiere de varios años para perfeccionarla, si no la realizan correctamente se pueden quedar varadas en la playa sin poder regresar al mar. Consiste en que la orca (que por cierto ni es una ballena ni un tiburón sino el delfín más grande que existe), aprovechando la marea alta se aproxima a una lobera en la época en la que los individuos más jóvenes e inexpertos están aprendiendo a desenvolverse en el agua y “escondiéndose” tras las olas se lanza contra los lobos marinos. En algunas ocasiones el riesgo de quedar encallada tiene su recompensa ya que regresa al agua con su presa pero muchas veces su ataque falla.
Nos informaron que para el día de hoy la marea alta sería a las 19:45 así que sería conveniente que estuviéramos unas dos o tres horas antes por si las orcas aparecían. Al ser animales salvajes no se puede predecir sus ataques pero según la dirección del viento (tiene que venir del sur) existían posibilidades de que hoy las viéramos en acción.
Como resultado del temporal que hace apenas unos días pasó por la provincia de Chubut, gran parte de los caminos estaban intransitables. No podíamos acceder a Punta Delgada o Caleta Valdés pero por fortuna si estaba habilitado el camino que llega hasta Punta Norte. Antes de comenzar nuestro camino pasamos a visitar Puerto Pirámides, un pequeño pueblo que vive exclusivamente del turismo, principalmente en la temporada de la ballena franca austral.
Desde Puerto Pirámides hasta Punta Norte hay unos 85 kms de los cuales solo los 5 primeros están asfaltados, el resto es camino de tierra. En condiciones normales esto no es inconveniente, sin embargo el temporal había dañado todo y en una ocasión estuvimos casi a punto de quedarnos en una piscina que se había formado, hubiera sido un gran problema salir de allí.
A media tarde llegamos hasta la caseta del guardafauna. Creíamos que íbamos a ser los únicos pero había una buena cantidad de fotógrafos y camarógrafos profesionales que buscaban el mismo momento que nosotros. Mientras que algunos se dirigían a un lugar especial para ellos por el trámite que habían realizado con varios meses de antelación, nosotros nos apostamos en el mirador para el público general.
Ahí estuvimos algo más de una hora viendo jugar a las posibles víctimas de las orcas. En un momento dado, a lo lejos, divisamos un grupo de aletas dorsales que venían del norte, eran las orcas! De tanto en tanto veíamos como sobresalían las aletas dorsales en la lejanía cuando salían a respirar. Cerca de nosotros había una lobera y a unos 400 metros más allá había otra. Las orcas pasaron tranquilamente de largo por la que teníamos más cerca y se dirigieron a la otra, las condiciones del mar era más propicias para la cacería en aquella lobera.
Una orca se fue acercando poco a poco a la costa, nosotros podíamos ver como de vez en cuando asomaba su aleta. Así estuvo un buen rato, cuando, de repente, vimos como aprovechando el impulso de una ola se lanzaba a toda velocidad contra la orilla. Debido a la distancia no pudimos distinguir si su ataque tuvo su recompensa o no pero fue todo un espectáculo.
Después de ese ataque nos quedamos casi otra hora esperando otra embestida que ya no apareció. Cada vez había menos luz y con las condiciones del camino lo mejor era comenzar a regresar. Al volver volvimos a sufrir en la piscina improvisada y llegamos de nuevo al centro de visitantes en donde vamos a pasar la noche recordando la experiencia que hemos vivido, parece que hemos estado dentro de un documental sobre naturaleza.
David
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