Vaya noche más movidita hemos pasado, el viento patagónico hizo presencia y más que en la combi parecía que estábamos durmiendo en un barco. Todavía nos estábamos recuperando del ajetreo cuando a primera hora aparecieron Lucas y Guille del Club de Kombis de Puerto Madryn para llevarnos hasta su mecánico de confianza. El temporal seguía presente y no era muy buena idea dirigirnos hasta el taller, además parecía que el mecánico todavía no estaba disponible por lo que decidimos esperar un rato más.
El clima mejoró un poco y Martín vino con su combi al rescate de la Zaigua, una remolcada más de nuestra casa. Pablo, nuestro ángel de la guarda en el Istmo de la Península Valdés también nos acompañó. Con un poco de esfuerzo llegamos hasta el taller de Marcelo y comenzó el diagnóstico.
En primer lugar, yo había metido la pata. Ayer cuando saqué el distribuidor me confundí con los cables de las bujías y los había puesto al revés, así era imposible que hubiera arrancado, eso me pasa por aprendiz de mecánica. Una vez que todo estuvo en orden la pusimos a punto y arrancaba correctamente. ¿Entonces cuál era el problema?
La saque para probarla y al regresar y tratar de ponerla de nuevo en marcha nos dimos cuenta que el punto se había salido totalmente, otra vez el distribuidor nos estaba dando problemas, lo mismo de las últimas semanas. Entre mate y mate Marcelo aseguró el módulo del distribuidor que estaba girando y puso la Zaigua a punto. Esta claro que esto es una reparación temporal y tenemos que cambiarle el distribuidor lo antes posible para no volver a quedarnos tirados en la carretera. Ya que estábamos en la faena también aprovechamos a cambiar el aceite y el filtro del aceite.
Seguimos charlando y mateando otro rato más y al anochecer Martín nos llevó de nuevo hasta su taller de artes plásticas en donde vamos a pasar la noche. Ahora sí ojala que la Zaigua no se vuelva a quejar en un tiempo.
David
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