Llegamos a Bahía Blanca pensando que solo llegaríamos a saludar a Alberto Carretero, a quien conocíamos únicamente a través de Facebook. Aquel día nos recibió sonriente y nos invitó a pasar a su casa, en donde conocimos a Graciela su esposa y más tarde a Naty, su hija. Pronto habíamos decidido quedarnos a pasar la noche.
Fue alrededor de una semana la que pasamos con la familia Carretero, una semana en las que les hemos tomado mucho aprecio y respeto y por ser como son. Un ingrediente importante para que se generara esta relación fueron las charlas en la mesa: a la hora del mate por la mañana, a la hora del almuerzo y a la hora de la cena. Charlas que nos llegaron a mantener despiertos hasta la madrugada, hablando de uno u otro tema.
Viajando no siempre se tiene la oportunidad de hablar con la gente como lo hicimos con Alberto y Graciela, pocas personas son tan abiertas como para expresar sus opiniones sin reticencia ante gente que prácticamente es desconocida; pero fue eso lo que nos ayudó a tomarles confianza rápidamente y poder hablar con ellos de lo que fuese. Una delicia practicar el buen habito de la conversación, aunque debo admitir que como hacia tanto que no me explayaba, al principio me costó poner mis ideas en orden.
Nos enseñaron mucho y nos ayudaron a ver un lado de Argentina que hasta ahora nos era desconocido. Con paciencia y largas explicaciones nos ayudaron a descubrir el otro lado de la moneda. No siempre estuvimos de acuerdo, pero cada quien tuvo la oportunidad de compartir sus pensamientos e inclinaciones.
Alberto y Graciela son un par de tortolos apasionados por aquello en lo que creen, y estoy segura de que ese es el secreto para mantener sus espíritus jóvenes. Al menos para mí han sido un buen ejemplo en muchos sentidos: el solo verlos me dejó en claro lo importante que es ver el lado positivo de las cosas, sonreír y dejar pasar aquello que no vale la pena.
Nuestro recorrido en la Zaigua es esto: encontrar gente como ellos, personas que te enriquezcan con sus charlas, con sus acciones, con sus pensamientos.
Me encanta la idea de no irme como llegué, sino con nuevos amigos, sabiendo muchas cosas más, habiendo compartido con ellos algunas de mis vivencias y con el deseo de volver a verlos.
Gracias Naty, Alberto, Graciela y Juan! Por el apoyo, la confianza y el cariño que nos brindaron, ojala nuestros caminos nos vuelvan a cruzar.
Salimos a medio día de Bahía Blanca ya que una densa niebla cubrió la ciudad toda la mañana, pasamos la tarde en la carretera y para la noche habíamos llegado a Necochea, un lugar de veraneo a donde acuden los capitalinos para recrearse en los días de calor. Ya que el invierno está cerca de su comienzo no hay turismo y la ciudad se mantenía apacible.
Hoy cerca a medio día salimos de Necochea, luego de comprar comida y fruta. Pasamos las siguientes tres o cuatro horas en la carretera hasta llegar a Mar del Plata, que nos sorprendió con sus luces que se extienden hasta donde alcanzamos a ver. Se nota el drástico cambio en el ritmo de los autos y la gente, parece que nos pusieron en fastforward.
Encontramos un sitio que parece bueno para pasar la noche, aunque sumamente céntrico: La Plaza Colon, justo al frente de un carrusel lleno de luces, en lo que parece ser una de las avenidas importantes de la ciudad. Algo es seguro: ruido no faltará esta noche. Nosotros que ya nos habíamos acostumbrado a la tranquilidad de la casa de los Carretero… les echamos de menos.
Andrea
Escribir comentario
luis b.muriilo (miércoles, 01 octubre 2014 00:32)
Nos encanta lo que han hecho y es otra motivación para continuar planeando nuestro viaje por America del Sur que esta previsto para Noviembre.Estamos preparando una pagina
.web.ue pronto la tendreis.Suerte en todo lo que hagais
Zaigua (jueves, 02 octubre 2014 21:05)
Luis ánimo que lo más difícil es salir, luego todo viene rodado jejeje, un abrazo y a ver si nos mandais vuestra página ;)