Ruinas Jesuítico Guaraníes

La Provincia de Misiones, al igual que lo fue la de Corrientes, es un lugar húmedo  y caluroso a pesar de que estamos en invierno. La selva misionera nos rodea y la tierra tiene ese colorado intenso que caracteriza esta área y abarca parte de Brasil y Paraguay.

Hoy llegamos a un pueblo llamado San Ignacio Miní, es aquí donde se encuentra uno de los 30 testimonios de la unión de culturas Hispana y Guaraní que se dio entre 1600 y 1800 en la Cuenca del Plata. 

Los asentamientos –o reducciones- que se dieron en esos años son llamadas Misiones Jesuítico Guaraníes, ya que sus integrantes eran nativos guaraníes y sacerdotes de la Compañía de Jesús.

Lo interesante de estas reducciones fue el éxito de la fusión cultural que se dio, el sistema que lograron implementar  les permitió avances sociales y económicos, además de darles seguridad y respaldo ante pueblos atacantes.

El sitio que visitamos se mantiene en pie –al menos parte de lo que era – a pesar del fuego, los saqueos y el olvido que ha sufrido.  Pudimos recorrerlo bajo la sombra de los árboles que lo custodian, observamos con cuidado las inscripciones en piedra que le sobreviven y paseamos entre sus muros ahumados. 

El espectáculo nos llevó a través de la historia de que fueron testigos estos vestigios arquitectónicos, pudimos ver un poco de la civilización que vivió en esta reducción y sentirnos parte de ello.

Cuando el show terminó teníamos una noción completamente distinta a la que teníamos esta tarde, acerca de las Misiones Jesuítico Guaraníes y de cómo fueron sus vidas en la selva misionera.

Por ahora, eso es todo lo que puedo contarles de San Ignacio Miní, mañana probablemente nos quedemos por aquí parte del día y luego ya la ruta nos marcará el camino.  Por cierto, tenemos suerte de que la noche no sea tan calurosa como el día, aunque la humedad no nos deja.

Andrea