Después de un fin de semana ajetreado, regresamos a Puerto Iguazú a tratar de hacer algo de dinero y entrar a ver a las cataratas, sin embargo, se nos ha complicado un poquito.
Ahora estamos en temporada baja y el turismo ha disminuido mucho. Pero nuestro problema no ha sido ese sino el hecho de que en ningún sitio hemos podido vender nuestras artesanías. Estuvimos un día en la costanera en la zona del hito argentino. Allí la onda con los artesanos era estupenda pero justamente hace dos días que los sacaron del lugar donde paseaban los turistas y en donde los recolocaron no pasa nadie. Nosotros hicimos el intento pero ná de ná, si no hubiera sido por el rato que compartimos con la gente que vendía como nosotros, solo hubiéramos estado perdiendo el tiempo.
Hoy tratamos de vender en el centro y el resultado casi ha sido peor. Nos pusimos en una calle donde había más gente vendiendo pensando que únicamente seríamos uno más pero no fue así. Al principio no hubo ningún inconveniente pero cuando abrieron los comercios, un comerciante nos empezó a poner problemas y acabó llamando a la policía para que nos sacaran. En fin, que ni hay mucho que hacer ni tampoco hemos venido hasta aquí para estar discutiendo.
Lo bueno de estos días es que hemos tenido la oportunidad de seguir conociendo gente. Además de otros artesanos, conocimos a Mauricio, un motero mendocino que nos ha estado acompañando con unos mates mientras charlamos sobre viajes.
Como están las cosas no sabemos muy bien que haremos, pero todo pinta que a muy tardar, este fin de semana cruzamos al otro lado del río Iguazú.
David
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