Cataratas do Iguaçu: Realmente una Maravilla!

Brasil, no solo tiene la biodiversidad más vasta del planeta, también alberga una de las 7 Maravillas del Mundo: Las Cataratas de Iguaçu.  Hoy, siendo apenas nuestro tercer día en el país, pudimos deleitamos visitando este icónico lugar.

Estas famosas caídas de agua se encuentran casi en la desembocadura del río Iguazú y son compartidas por Argentina y Brasil. En cuanto a la extensión territorial de las cataratas, la mayor parte la tiene Argentina; sin embargo, es Brasil quien se lleva las vistas panorámicas del lugar.

Describir las Cataratas de Iguaçu va más allá de contar lo bellas que son a la vista, es poder transmitir las sensaciones que provocan.  Así que espero que ustedes lo sientan al leer esto y ver las fotografías.

Llegamos al Parque Nacional Iguaçu por ahí de las 10 de la mañana. el día estaba nublado así que daba la impresión de ser más temprano.  Lo primero que percibimos fue el sonido del agua: tumultuoso.

El recorrido, que consta de caminatas a través de senderos, comienza con una vista panorámica de una  parte de las cataratas.  Desde ese momento, puedes darte una idea de la magnitud que tienen, al tener frente a ti los más de dos kilómetros de roca cubiertos por hilos blancos de agua que se extienden desde lo alto hasta que azotan en  el río. 

Seguimos el sendero que iba en descenso, entre la frescura que despide el Mato Atlántico que rodea todo este lugar.  Los arboles hacen de techo y paredes al sendero, descubriendo grandes huecos por los que se asoman las cataratas. 

El camino avanza y la fuerza de las caídas de agua se va haciendo sentir cada vez más.  El aire es una brisa tibia. El verdor oscuro de los arboles contrasta con la espuma del agua. Y las panorámicas son cada vez más ricas en detalles.

El sendero nos llevaba hacia lo que parecía ser un recoveco estrecho, no podíamos ver con claridad lo que había al final ya que la fuerza de la caída del agua levanta un velo blancuzco que lo cubre casi todo.  La humedad aumenta notablemente. Sigues avanzando  hasta el punto en el que se despliega frete a ti una vista impresionante: La Garganta del Diablo.  

En ese punto el velo blancuzco ya no impide la vista de lo que tienes al frente; la brisa es densa pero el asombro no te deja ponerle mucha atención.  El sendero deja de ser sendero y se convierte en una pasarela que se alarga sobre el agua y puedes sentir y ver bajo tus pies la fuerza de la caída. 

 Es entonces que nos detuvimos. Justo frente a la Garganta,  para llevarnos no solo las fotografías, sino una imagen mental de ese tremendo despliegue de la naturaleza.  Había que parar y disfrutar, para darnos cuenta de hasta dónde habíamos llegado.

Un dato importante, esa brisa densa de la que hable antes, puede llegar a mojarte; mas para aquellos, que como yo, se toman su tiempo admirando las vistas. Así que lo mejor es llevar un chubasquero o ropa impermeable que te puedas poner al llegar a ese punto.

Ya para el final de nuestra visita comenzó a llover, así que nos resguardamos bajo el techo de la cafetería observando las cataratas de costado. Subimos el elevador panorámico y seguimos sorprendiéndonos con la belleza de las caídas de agua, cada vez desde un ángulo diferente. 

Las cataratas se encuentran dentro del Parque Nacional Iguaçu, el cual además de velar por el buen uso del lugar protege una gran cantidad de aves, mamíferos, reptiles, plantas e insectos. La mayoría de los animales son de actividad nocturna pero por el día se pueden ver quatis –como este que vimos cuando nos dirigíamos de regreso a la Zaigua- y diferentes aves y mariposas.