En muchas ocasiones ocurre que te hablan tanto de un lugar que te lo imaginas de una manera que difiere bastante de la realidad, esto mismo nos ocurrió con Trinidade.
Nosotros nos imaginábamos unas playas de postal con un ambiente relajado y distendido, acertamos con nuestra imagen pero nos equivocamos con el ambiente. Trinidade se encuentra junto al Parque Nacional Serra da Bocaina un lugar espectacular que atrae a cientos de personas, especialmente los fines de semana como hoy. Trinidade es muy pequeño, es casi una calle larga con bastantes comercios, hospedajes y restaurantes sin ninguna estación de servicio y prácticamente sin estacionamiento público. Aun así, nosotros pudimos encontrar un lugar exento de pago para aparcar y que por lo menos nos resguardaba un poco del sol para cocinar.
Una vez que entramos al parque recorrimos las playas del Meio y Caixa d´Aço con la intención de llegar hasta la piscina natural. El recorrido es maravilloso, playas de arena blanca y dos senderos en los que te adentras en la mata atlántica hasta llegar a la piscina natural. Y aquí fue donde comenzó nuestro agobio, demasiada gente para un lugar tan pequeño. Además de la gente que caminaba hasta la piscina, como nosotros, otros llegaban en pequeñas barcas y eso hacía que hubiera tanta gente que no se podía hacer nada, ni encontrar un lugar en alguna piedra para dejar las cosas y echarnos un baño. Habíamos elegido un mal día para esta visita.
Como estaban las cosas, según llegamos nos regresamos hasta la playa más cercana y nos dimos nuestro primer baño salado en Brasil, que ganas teníamos.
Otro lugar de interés dentro del parque es la Pedra que Engole y con ese nombre había que visitarla. Nos adentramos unos 20 minutos en la selva hasta una pequeña cascada (otra vez con mucha gente). Yo buscaba por todos lados una especie de tobogán de piedra que terminara en una laguna pero por más que miraba solo veía rocas y agua, ¿dónde estaría esa piedra? De repente un hombre se introdujo por debajo de una enorme piedra y desapareció, cómo!!! Al parecer después de la mini-cascada había una especie de pasadizo por debajo de la roca y se aparecía por el otro lado, lo experimenté y tras la incertidumbre inicial resultó ser muy divertido.
Cuando regresamos a la playa había gente por todos lados y nos empezamos a agobiar, ya tenemos suficiente estrés en las grandes ciudades como para abrumarnos por estar en una playa con todas las que hay en la costa brasileña. Organizamos la Zaigua y nos pusimos en marcha dirección a Paraty. La salida de Trinidade fue eterna, posiblemente sea la mayor inclinación por la que hemos rodado con nuestra kombi. Tuvimos que hacer varios cientos de metros con el motor en primera y dándolo todo pero llegamos a Paraty ;)
David
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