Como se nota que hemos descansado bien éstas dos últimas noches porque hoy nos levantamos a las 6 para hacer ejercicio y no nos costó nada despertarnos, bueno a Andrea un poco mas…

Después de ejercitarnos un poco nos dimos un último baño en el río y nos fuimos rumbo hacia Honduras (aunque no vamos a atravesar la frontera hasta el lunes por la mañana).

La Zaigua volvió a sufrir el camino de terracería pero ésta vez fue peor porque durante los últimos dos días ha llovido durante las noches y el suelo estaba muy mojado, lo que en alguna ocasión hizo que las ruedas nos patinaran, pero sin consecuencias graves.

En Lanquín paramos un rato a comer un dulce y en Carchá volvimos a parar para desayunar bien y conectarnos a Internet. No pudimos subir nada al blog pero si pudimos informarnos bien de las tasas fronterizas en Honduras, no queremos llegar y que traten de engañarnos, cuanto más informados estemos mucho mejor.

Cuando quisimos salir de Carchá ya eran casi las 4 de la tarde, nos quedaban menos de tres horas de luz y teníamos que hacer camino sin saber muy bien donde íbamos a dormir. Comenzó a oscurecer y cerca de El Rancho nos encontramos con una gasolinera (Puerta a las Verapaces) muy bien acondicionada y además con Internet gratis. Pedimos permiso para poder pasar la noche y parecía que estuvieran encantados de hubiéramos llegado con ellos, enseguida nos apartaron un lugar especial para nosotros con total acceso a los baños y las duchas, nos trataron estupendamente.

Mañana nos levantaremos temprano y nos acercaremos un poquito más hacia Honduras, con mucha tristeza será nuestro último día en Guatemala.

David.

Este día, nuestro reto fue lavar la ropa en el río.  Nos levantamos temprano, hicimos un poquito de ejercicio y luego nos fuimos a lavar la ropa para que durante el día pudiese secarse.  Al principio fue un poco difícil porque el río esta rodeado de arcilla que por la lluvia es súper resbalosa y es difícil llegar hasta la orilla; pero una vez ahí las cosas fueron mucho más sencillas.  David había colgado una cuerda entre la Zaigua y un árbol que estaba al lado del río, ahí colgamos toda nuestra ropa una vez lavada.

La gente que pasaba se quedaba impresionada por lo que habíamos hecho, se detenían frente  a la Zaigua, unos con cara de asombro y otros con caras mas serias, y ahí se quedaban un rato viéndonos.  Otros apuntaban hacia nuestro tendedero y se reían.   La gente que iba  a bañase al rio, primero inspeccionaba la camioneta, daban vueltas, se quedaban viendo y hablaban entre ellos.  Unos cuantos llegaban y saludaban,  hacían un poco de plática y luego se iban.  Con los niños era otra cosa, porque llegaban y no se iban,  poco faltó para que se subieran a la Zaigua.

Anoche pusimos la alarma a las 4am para estar listos para ir al volcán y hacer lo posible por ver el amanecer en la cumbre (o al menos cerca). Desde ayer, antes de dormir, fui a comprar galletas, yogurt y cosillas para desayunar porque me había sentido mal desde la hora de la comida. No sé qué lo provocó pero mi gastritis se agudizó bastante, así que preferí tener la parte del desayuno cubierta.

                Desperté media hora antes de que la alarma sonara, me dolía muchísimo el estomago, apenas me incorporé y salí de la Zaigua comencé a vomitar. Así fueron las siguientes 3 horas (mínimo).   Ya que la ida al volcán era precisamente para mostrárnoslo a nosotros, hice un (enorme) esfuerzo por vestirme y comenzar a caminar a las 4:30am que Dora y los niños pasaron por nosotros a la Zaigua. Hacía muchísimo frio, había niebla y yo me sentía fatal.

Apenas comenzamos a subir el volcán yo tuve que parar (después de muchas otras veces en el camino), porque mi equilibrio no estaba bien, David me dijo que regresáramos pero me sentía tan mal que no quería ni moverme. Vomité de nuevo, y estuve ahí sentada en una piedra mientras los demás esperaban, entonces le dije a David que no podía y el avisó a los demás para que siguieran sin nosotros. Me sentía bastante frustrada porque era algo que realmente queríamos hacer; creo que Dora se decepcionó un poco pero fue muy comprensiva y me dijo que lo primero era que me sintiera bien.

Estuvimos unos minutos en el mismo lugar, después de que los demás se fueron. Comencé a sentirme un poco mejor y quise seguir. Logramos llegar a la mitad del volcán, a paso muy lento, pero mi estomago era como una montaña rusa, me sentía bien, luego mal y después muy mal. Pensé en lo cansada que estaba, sentía que tenía fiebre y solo quería acostarme, además había seguido vomitando; tuve un poco de claridad mental y me di cuenta de que no iba a poder con la hora y media o 2 (a mi paso) de escalada que nos faltaba, más otras 3 horas (por lo menos) que haríamos de regreso. Ya había amanecido, se veían las nubes muy bajas entre las montañas, había mucho rocío. Comenzamos a bajar lo que habíamos subido, entonces comencé a sentirme aun peor, quería llorar y dormir. El camino de regreso me pareció eterno, y para colmo nos perdimos, pero por suerte nos ayudaron a ubicarnos pronto.

Esta mañana tuvimos un despertar diferente: nos trajeron el desayuno a la cama (bueno casi). José había acordado con la señora que nos trajo la cena ayer que hoy nos trajera el desayuno y puntualmente nos trajo huevos revueltos con frijoles y plátano, ojala comenzáramos así todos nuestros días.Alas 10 nos vino a recoger Dora, una chica que también trabaja para IDEI, sabíamos que íbamos a pasar el día con ella pero no teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer. Dora es una niña parlamentaría de IDEI y lleva trabajando con la organizacion desde que tenía 12 años. Ha representado en Argentina, Bruselas, España y México a Guatemala dando voz a los niños indígenas de este país.

Recogimos todas nuestras cosas de la oficina y nos fuimos con Dora hasta su comunidad. Llano del Pinal está cerca de Xela y en una media hora llegamos hasta su casa. Allí nos presentó a toda su familia, son seis hermanos más sus padres y su abuela. Habíamos llegado un poco tarde para ver el programa de radio que hacían su hermano y sus primos menores (tienen entre 10 y 12 años) así que la mejor idea fue preparar algo para comer. Primero fuimos a que nos molieran maíz en un molino cercano y después Andrea se quedo con Dora, su hermana, su mamá y su abuela preparando las tortillas. Para Andrea fue la primera vez que hacía tortillas y poco a poco fue depurando su técnica. Mientras tanto yo me fui con todos los niños a comprar chicharrón.

Hoy fue nuestro 5to día en Antigua, en la casa ya sólo estamos David y yo, Tops y Kato vienen para dar sus clases pero no se quedan. Los demás seguramente ya están disfrutando de la playa.

                Nuestro primer plan para hoy era ir al Cerro de la Cruz, al norte de Antigua. El segundo plan era ir con Tops un jardín orgánico que esta en lo alto de una montaña.

                Para legar al Cerro de la Cruz hay que ir a la estación de Policía Turística, ellos hacen dos recorridos al día, según nos explicaron, uno a las 10am y otro a las 3pm; nosotros fuimos para el de las 10am. Casi llegando a la estación de policía, nos topamos a una patrulla y le pedimos información a cerca de cómo llegar, nos dijeron que ellos iban al cerro y que podían llevarnos; así que David y yo íbamos en la patrulla, y a gente se quedaba viendo jaja.

El Cerro de la Cruz tiene un mirador que permite ver toda Antigua, además es utilizado para indicar el Norte. Ya de regreso no tuvimos raid así que tuvimos que bajar la colina y ya de pasada paramos a que yo desayunara algo porque tenía mucha hambre.

                Teníamos el tiempo justo para llegar por la Zaigua, en el camino David también compro algo para comer y de ahí nos fuimos directo al taller. La Zaigua ya estaba lista, incluso le revisaron un foco que tenía mal contacto. Nos despedimos del mecánico y sacamos la Combi, por fin estaba lista y sin problemas otra vez.

Si todo marchaba según lo planeado hoy nos daban la Zaigua a las 3 de la tarde, así que teníamos bastante tiempo para hacer cosas por la mañana. Hoy se iban todos de la casa a excepción de Tops y Kato, se marchaban dirección a Monterrico que está en la costa y se tarda aproximadamente dos horas y media. Por la mañana pusimos al día el blog y desayunamos todos juntos. También aprovechamos para intercambiar datos y así poder seguir en contacto. Alrededor de las 3 salimos hacia la estación de autobuses todos juntos, el mecánico está cerca de la estación, por lo que acompañamos a los chicos. A mitad del camino paramos a comer algo en la mejor panadería de Antigua, todo esta buenísimo y los precios son muy asequibles (se nota que ya hemos comido aquí varias veces).

Ryan, nuestro roomate, nos recomendó llevar la Zaigua a un lugar aquí en Antigua en el cual sólo reparan Volkswagen; fue una gran noticia que siquiera hubiese un lugar al cual llevarla.  Fuimos a  buscar el lugar para que la revisaran y nos dijeran si era posible conseguir la refacción,  nos perdimos por un rato pero al final dimos con el taller.  Efectivamente el taller tenia unas cinco Combis en reparación y algunos bochos también.  El mecánico nos confirmó que era el cojinete lo que ya no servía, y era necesario dejar la Zaigua para que estuviese lista mañana  a meda tarde.  La refacción deben traerla de Ciudad Guatemala , la buena noticia es que en vez de costarnos más de 1000 Quetzales como lo dijo el chico del pueblo que la revisó primero, nos va a costar 500 Quetzales  con mano de obra incluida.

                Después de dejar la Zaigua pasamos al mercado a comprar fruta y de ahí a la casa a comer.  Nosotros teníamos que ir a algún café para poder conectarnos a internet y subir parte del blog que teníamos atrasado; el café al que fuimos tiene un internet pésimo, asi que nos toma horas (literal) hacer cosas que deberían hacerse en minutos.  Pasamos ahí la tarde y llegamos a la casa ya para la hora de la cena.  Hanna (la chica de Alemania) y Dany (de México) habían preparado pasta para todos. 

Quedamos a las 9 de la mañana con Diego en el parque central. Llegamos un poco tarde porque hoy era día de mercado en Santiago y había más puestos para vender que durante los días anteriores. Parece ser que los viernes y los domingos viene gente de los alrededores a vender sus productos: pescado, frutas, animales, ropa… y se nota significativamente el aumento de actividad.

Diego es el mayor de 9 hermanos (tiene 22 años) y nos llevó hasta su casa donde se ubica el telar. El telar es una tradición familiar iniciada por sus abuelos y en la actualidad genera unos 30 puestos de trabajo. Cuando llegamos saludamos a la familia de Diego y nos dirigimos hacia las instalaciones. El telar está dividida por áreas: en una están los telares (había 10 telares y cada telar teje una tela de diferente color compuesta por 2500 hilos que se ponen a mano), en otra se ubican las personas que hacen los diseños, otra área para el tinte y por última la zona de ventas. Todo está emplazado en un espacio muy reducido, pero están muy bien organizados.

Terminar una tela de 6 metros lleva alrededor de 20 días, trabajando 8 horas diarias. Es un trabajo que requiere de mucha paciencia y venden la tela por unos 600-650 quetzales, demasiado poco para un tela tan artesanal, ya que hay que poner hilo por hilo.

Cada día que me levanto en Santiago siempre veo la misma imagen, independientemente de la hora que me levante: mujeres lavando ropa en el lago, ya nos hemos acostumbrado y no nos llama la atención, también creo que ellas se están acostumbrando a nuestra presencia. Hoy también vinieron a dar su clase de Educación Física unos niños con su maestro. Me llamó la atención que en el mismo sitio había otro niño de una edad similar pero él no pertenecía al grupo, estaba esperando a que su mamá terminara de lavar y para pasar el rato estaba volando una cometa. No se exactamente como funciona la educación básica en Guatemala pero contrastaba como un niño que debía estar en la escuela formándose, estaba dedicando su tiempo a otras actividades más lúdicas.