Este es un día muy especial para nosotros: hoy cumplimos dos años de vida en la ruta y en la Zaigua.

Lo que comenzó como un sueño, se ha convertido en nuestra forma de vida, y lo que era una camioneta VW  que transportaba mascotas, se ha convertido en nuestro hogar y refugio.  Extraños han pasado a ser amigos, algunos de ellos son ahora casi familia. Lo que era una travesía de seis meses ha llegado ya a dos años.  Dos años que nos han cambiado la vida–y la mente–para siempre.

He estado en más sitios de los que pensé que podría visitar y he conocido historias suficientes para escribir varios libros acerca de la vida de otros.  David se ha convertido en mi mejor amigo y mi compañero.  Varias personas  nos han  dicho que en estos dos años–compartiendo 24 horas, 7 días a la semana–hemos pasado más tiempo juntos que algunos matrimonios de 20 años. Y no lo dudo.  Aunque tampoco ha sido fácil.

Vivir con una persona–quien quiera que sea: hermano(a), mejor amiga(o), novia(o), etc. –en un espacio tan reducido, durante un periodo de tiempo tan largo, en el que además la relación se somete a dificultades de todo tipo y ambas personas tienen que sobrellevar retos personales, más allá de las adversidades climáticas/sociales/culturales, fatiga, etc. Es un verdadero reto.  Superar ese reto es algo reconfortante y es entonces que te encuentras con una persona en la que puedes confiar y con la que puedes contar–ahora sí que en las buenas y las malas.

Más allá de lo deslumbrante–por los lugares que se descubren, las comidas que se prueban, las costumbres que se conocen–que puede ser un viaje, un recorrido como el que estamos haciendo es una experiencia de vida que te pone los pies en la tierra y te permite ver la infinidad de opciones que tiene el ser humano para llevar su vida; así como también te permite ver la impresionante cantidad de ataduras –más que nada sociales–que nos ponemos los unos a los otros.

La ruta nos ha llevado por caminos diferentes, con distintos paisajes, distintos acentos… pero en cada camino que hemos pasado hemos conocido a alguien especial para nuestras vidas, siempre ha habido gente noble recibiéndonos, dándonos algún consejo o contándonos su vida. 

A esas personas nunca vamos a olvidarlas porque nos han ayudado a construir este proyecto: Zaigua, y han dejado algo de sus vidas en nosotros y sabemos que hemos dejado algo nuestro con ustedes.

Nuestra ruta aún no termina, pero está ya en su fase final de este recorrido latinoamericano.  Hemos llegado muy lejos gracias al apoyo de nuestras familias en México y España, y también gracias a nuestras  familias adoptivas en el resto de Latinoamérica.

Aunque ¿quién dice que no celebraremos un tercer año de esta aventura? Si algo hemos aprendido es que la cosas pueden cambiar de un minuto al otro y la historias toman rumbos diferentes en un abrir y cerrar de ojos…

Gracias a todos ustedes que nos leen de aquel lado de la pantalla. Gracias por acompañarnos hasta los lugares más solitarios, por darnos ánimos en las malas y por celebrar con nosotros las buenas. 

Ahora vámonos, a seguir con la ruta!

Andrea

Una de las artesanías más autóctonas y peculiares de Paraguay es el Ñandutí –que en guaraní significa araña blanca. Por lo que leí y tomando en cuenta lo que nos han contado aquí en Paraguay, no existe una referencia exacta que cuente la historia de este tejido, pero se atribuye a los tiempos de la colonia.

Hemos tenido la oportunidad de ver ejemplos de Ñandutí desde que llegamos al país: en tiendas de artesanías y en las ferias de Asunción. Los hay de diferentes tamaños y con diferentes formas. Los más tradicionales se tejen con hilo delgado y blanco  y en sus formas se encuentran figuras de animales o vegetales.   Los Ñandutí más contemporáneos son una llamativa fusión de clores tejidos en hilos un tanto más gruesos que los tradicionales.

Aprovechando que en Asunción la gente va a pasear a la costanera el fin de semana, decidimos probar suerte poniendo ahí nuestro puesto de artesanías.  Carlos, nuestro nuevo amigo paraguayo nos ha estado acompañando estos dos días de venta al lado del puerto mientras nos cuenta detalles de sus planes post-jubilatorios: recorrer el mundo.

Las festividades aquí en Yaguarón terminaron al comenzar la madrugada y se reiniciaron muy temprano en la mañana.  Una caballeriza escoltó a San Buenaventura hasta la iglesia en donde el obispo ofrecería una misa.

El templo de Yaguarón es reconocido por su belleza. Nos mencionaron que se está realizando el proceso pertinente para que la UNESCO lo declare patrimonio de la humanidad. El recinto es amplio y decorado a detalle, realmente bello y conservado. En las paredes se puede apreciar el paso del tiempo, que ha dejado su huella en la madera y la pintura.

Los precios de Paraguay no son tan distintos a los de Argentina, algunos cosas son más caras, otras más baratas, pero en promedio son muy similares, incluso el precio de la gasolina es casi el mismo.  Aunque por lo que hemos visto hasta ahora, parece que Paraguay nos dará alternativas más económicas, como el mercado.

Hoy por ser domingo casi nada, excepto el mercado, estaba abierto.  Así que dimos un paseíto por la iglesia–que tenía los alrededores inundados– y encontramos una estación de servicio en la que transmitirían la final del mundial Argentina vs Alemania.  

El minimarket de la estación de servicio se llenó de gente que se sentaba en las mesitas con cerveza en mano a ver el partido. Por lo que vimos tras el triunfo de Alemania, David y yo éramos los únicos hinchas de Argentina. No entendíamos lo que decían los otros ya que todos hablaban en guaraní mientras se reían. Lo que si nos quedó claro fueron las caras de satisfacción y los aplausos que daban al equipo alemán.  En cierta forma agradecimos no estar en Buenos Aires tras la derrota argentina, ya veremos qué tal se ponen las cosas por allá…

Y también veremos el Brasil post-mundialista dentro de no mucho tiempo.  Por lo pronto estamos en un lugar “neutral” en cuanto al futbol, así que vamos a disfrutarlo.

Mañana nos pondremos en camino rumbo a Asunción, la capital paraguaya.  El país no es muy grande–la población llega a 6.5 millones de personas– y las distancias son relativamente cortas. Así que no tardaremos mucho en estar allá.

Andrea